miércoles, 23 de diciembre de 2009

Diferencias entre fácil y difícil.

¿Qué es fácil? Fácil es algo natural, sencillo, sin guión, espontáneo… El tiempo pasa tan rápido así…
Todo es fácil cuando quieres estar con la persona favorita, hablar durante horas, hacer planes de dos,... Reír, reír, reír,...
Fácil, para mí, es amarte...
Aunque,...
Difícil es estar contigo, planear algo juntos, charlar, adivinar qué piensas,... Tú y yo no sumamos dos. Tú y yo no sumamos ni uno.
Difícil, también, que tú me quieras. Difícil sonreír a tu lado. Difícil ...todo.
Y también...difícil olvidarte.
Ahora sé que ser feliz es fácil. Difícil sólo es quererte.
Por esta gran lección quiero darte las gracias. Sería difícil no hacerlo...

Sólo llamaba...

Hace unos días sucumbí a las marabuntas del Corte Inglés en mi entregada búsqueda de regalos de Navidad. No tenía ganas, lo reconozco, así que decidí que la mejor opción, en vez recorrerme todas las tiendas del centro con aquel frío helador, era echar un vistazo en el Corte Inglés. Así sólo tenía que ir cambiando de planta. Y en esas estaba, subida en las escaleras mecánicas, entre planta y planta, cuando escuché a mi espalda una voz masculina que decía con firmeza "nada, que sólo llamaba para decirte que te quiero. Luego te veo mi vida". Y colgó. Y claro, yo no pude resistir la tentación y tuve que volverme a mirar un poco de reojillo qué pinta tenía la persona que había dicho eso. Y nada, nada, la pinta de lo más normal: ni alto, ni bajo, ni guapo, ni feo, ni joven, ni viejo. Pero tuve envidia. Y nada de envidia sana. No, no. Envidia de la mala, mala, de la que es pecado capital, vamos. Me costó menos de 20 segundos ponerme a pensar cosas tales como "sí, claro, de algo te sentirás culpable para llamarla sin ton ni son y decirle que la quieres. A saber... fijo que luego la engañarías a la primera de cambio si es que no lo haces ya. Todos sois iguales". Y, tras pensar esto, abandoné la escalera mecánica en dirección a la calle con unas ganas locas de alejarme de semejante infiel potencial.

Supongo que, rascando un poco más en mi interior, lo único que pasa (al margen de que todos sean unos infieles en potencia, que a mí esa idea no me la quita de la cabeza ni Blas) es que hace ya demasiado tiempo que nadie me llama sólo para decirme que me quiere. Y la verdad es que echo de menos que alguien lo haga. Aunque sea un infiel en potencia.