miércoles, 22 de septiembre de 2010

Hormonas

Si yo ya sé que todo debe ser fruto de las jodidas hormonas revolucionadas y de lo mal que me encuentro con su revolución, pero el que sepa el motivo por el que me siento así no hace que cambie mi manera de sentirlo, así que voy a ver si escribirlo me hace sacarlo fuera y me libera un poco.

Siempre he sido una persona con la autoestima por los suelos. Ésa es la razón por la que me siento menos capacitada que el resto para hacer la inmensa mayoría de las cosas. No es que tenga complejo de tonta, es que me creo firmemente que lo soy. La verdad es que los test esos psicológicos que nos hacían en el cole y en el instituto y que se suponía que medían la inteligencia le hicieron mucho daño a mi ya débil autoestima. Creo que la primera vez que me dieron un resultado de esos fue la primera vez que me sentí tonta de remate. Por supuesto cuando los profesores llamaron a mis padres para decirles que no se explicaban cómo una niña que sacaba tan buenas notas obtenía unos resultados en los test de borderline mi autoestima cayó al suelo definitivamente.

Desde entonces siempre me he hecho creer así misma que eso era una tontería que no me importaba lo más mínimo. Estudié una carrera fácil, no por ser fácil, sino porque era la mía, y la saqué sin apenas esfuerzo. Encontré un trabajo de lo que tocaba y lo he mantenido con el paso de los años. Cosas así deberían llevarme a pensar que 'tan tonta no seré', pero, a pesar de que no pienso en esto a diario, en días como hoy de hormonas revoltosas me siento especialmente idiota y cualquier cosa hace que rebrote ese sentimiento de estupidez que tengo escondido y guardado desde aquellos tiempos remotos del cole.

En días como hoy, pienso que soy una carga para los trabajos en equipo y que ésa es la razón por la que yo estoy aquí ahora escribiendo esto mientras mis compañeros acaban un trabajo de todos. No me han avisado, claro. Y no lo han hecho porque yo no podía aportar nada ya. Como la mayoría de las veces realmente. Como ha pasado durante los algo más de dos meses que ha durado el proceso. Mis aportaciones nunca son útiles porque lo que yo hago bien es lo mismo que es capaz de hacer bien todo el mundo.

¿Solución a esto? Bueno... cuando mis hormonas vuelvan a su sitio yo seguiré pensando esto, pero lo habré mandado al fondo, a las profundidades de mí misma y me habré vuelto a poner la careta de chica segura que cree que es útil es todo lo que hace. Seguirá siendo mentira, pero todo es más fácil con ella puesta.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Gracias por tu ejemplo

Dudas

Quiero creer y algo que me lo impide. Es el miedo. Miedo a volverme a equivocar, a volverme a desilusionar, a volver a sufrir... Miedo... intento pensar en como hacer desaparecer el miedo... pero el miedo es irracional. Y mientras, sigo dudando.

viernes, 17 de septiembre de 2010

Ilusiones rotas

Creo que tengo en alguna parte de mi interior (no sé muy bien el lugar en el k está ubicada, pero creo k la siento entre la garganta y el estomágo) una makinika k fabrica ilusiones todo el rato. Y digo k las fabrika porque si sólo las almacenara se habrían acabado ya y ya no me quedarían. Así k he llegado a la conclusión de k las fabrika kasi al mismo ritmo k se van rompiendo. Y no sé si esto es bueno o malo, porque debo tener la makinika un poco estropeada y se empeña en fabrikar todas las ilusiones iguales. Y claro, como son todas iguales, esto lleva a k siempre me ilusione con lo mismo y a k, irremediablemente, acaben todas hechas añikos una vez detrás de otra.

Y claro, el asunto es k kuando se te rompen te kedas bastante mal (debe ser k la zona entre la garganta y el estomágo es muy sensible y de ahí la mala gana k se me pone...) Pues hoy me ha pasado eso a las 7 y cuarto de la mañana. Demasiado temprano, supongo (eso me pasa por madrugar tanto). Mi makinika se había encargado de k yo me volviera a creer, una vez más, k soy importante para él y k, al igual k otras personas importantes, kiere k esté presente en los momentos k para él son importantes.Yo pensaba k las mejores amigas no se perdían ninguna de estas cosas. Pero no es así. Yo no estoy a ese nivel y él no va a permitir k lo esté nunka. Así k compartirá ese momento importante con los k él considera importantes y a mí me lo kontará por teléfono mientras yo estoy en otra parte, cuanto más lejos de allí, mejor; para k así ninguno de los k estén allí con él pueda sikiera llegarse a imaginar k él, a pesar de los años y de las kosas k han pasado, a veces, en algún pekeño momento fugaz me considera importante (o tal vez ni eso, ya no lo sé)

Yo lo intenté; intenté k me invitara a ir. Y cuando no lo hizo la makinika de ilusiones hizo k pensara k a lo mejor no era el día para esas kosas, k no era el día para invitar a nadie. Pero la makinika se volvió a equivocar. No era el día para invitarme a mí. Ese día será otro, otro día en el k no haya nadie más para poder verme.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Lo bonito de lo normal

Es bastante raro, pero he llegado a la conclusión de que los humanos solemos caer a menudo en todas esas cosas que nos hemos repetido por activa y por pasiva que nunca caeríamos. Me cuesta mucho explicar con palabras esto y no sé si lo voy a conseguir sin que suene raro o sin que, simplemente, no se entienda, pero lo cierto es que conozco a alguna gente (entre los que me incluyo) que ansía cosas normales y, al mismo tiempo, se encarga de que nunca puedan serlo. Por ejemplo, una persona muy cercana a mí desea rehacer su vida de pareja. Desea volver a tener una relación convencional, que la cojan de la mano por la calle, ir a los sitios con él, hacer cosas juntos... pero resulta que el ÉL en cuestión es 25 años más joven que ella y con un color de piel que no pasa desapercibido. Por supuesto, ella no tiene la culpa de haberse enamorado de él y no de otro, pero, por mucho que a ella no le importe, la sociedad nunca los verá como una pareja normal y ella, en su subconsciente, tampoco se librará de esa carga. No es justo, pero es así.

No deja de ser curioso que una misma persona pueda tener dentro de sí misma partes tan dispares: una que dice lo que le gustaría, lo que desea, y otra que se encarga de enamorarse de la antítesis de ese deseo. Me recuerda a esa gran frase que me hicieron traducir hace muchos años en mi clase de latín: "Sé lo que es bueno, pero sigo lo peor".

Yo ya he huido dos veces de lo normal por preferir quedarme con lo no convencional. Y lo he hecho porque he querido. O mejor, lo he hecho porque eso es lo que quiero. Pero, basta con eso? Basta con quererlo? El quererlo acabará por conseguir que olvide todas mis dudas e inseguridades? O seguiré siempre pensando que no soy suficiente para él? Ni suficientemente inteligente, ni guapa, ni graciosa, ni creíble... Y el no ser suficiente no mola nada, porque te hace vivir con el miedo de te van a dejar tirada a la primera de cambio... Ay, puta inseguridad y puta crisis de los 30 o lo que sea esto...

Los seis días - Te odio

jueves, 9 de septiembre de 2010

¿Se gastan?

¿Los amigos se gastan? Quiero decir, ¿los amigos se desgastan? Yo hoy he llegado a pensar k sí. Tal vez, después de años de contarles tus cosas, de llorar en su hombro, de escuchar pacientemente, de aconsejar en vano... Tal vez llega un momento en el que el amigo se cansa, se aburre, y simplemente piensa: '¿Para qué seguir aconsejando a alguien que no sigue mis consejos? Tal vez, si no le pregunto qué tal está, me ahorre el peñazo de tenerla que volver a escuchar...'

Y es que no sé cuanto de cansina se puede ser antes de que tus amigos se cansen de tus problemas. Tal vez yo esté rozando el límite, o a lo mejor en casos concretos incluso lo haya alcanzado ya. Y, ante esto, sólo se pueden hacer dos cosas: o te buscas nuevos amigos (cosa que no está fácil, que hay mucho gilipollas suelto...) o comienzas a callarte tus problemas para ver si así se desaturan de ti...

enrique bunbury y jaime urrutia , mas dura sera la caida

martes, 7 de septiembre de 2010

Bunbury - Frente A Frente

Es bastante curioso k sólo tenga la necesidad de escribir en tus páginas (ya sé k es una pantalla, pero me mola más el símil de pensar k eres un cuadernillo similar a aquel diario que hace años k abandoné) cuando tengo uno de esos días extraños en los k no sé bien si reir o llorar, si estoy contenta o triste, si mi frágil felicidad viene o se va.

Empiezo a dudar de k la estabilidad vaya a ser algo presente en algún momento de mi vida. La tuve un día y preferí dejarla escapar y he vuelto a tener la oportunidad de recuperarla y he preferido kedarme con lo incierto. Tan incierto k ni siquiera sé si lo tengo. Tan incierto k no sé si kiere tenerme o sólo retenerme, tan incierto k no sé si esperarme o desesperarme, tan incierto k lo único cierto de todo esto es k lo kiero. Pero no sé si sufrir tanto y durante tanto tiempo acabará por llevarme a algún sitio bueno. Tal vez tan sólo me lleve a más sufrimiento.

A veces me siento como un perro paseando apaciblemente al lado de su dueño. Un estupendo labrador bonito y simpático, fiel y amigable, que se desvive por su dueño. Pasea a su lado orgulloso y feliz. Y todo va bien mientras vaya adonde éste kiera. El problema es k a veces el labrador kiere desviarse un poko del camino y llegar al parque por un atajo. Pero cuando intenta tirar de su dueño para k éste le siga, la correa se le clava en el cuello con tanta fuerza k tiene k desistir para no ahogarse. El pobre labrador no entiende por qué su dueño se empeña en ir todas las mañanas al parque por el camino más largo, pero él termina por ceder, en parte por su abnegada dedicación y en parte porque la correa está tan bien sujeta k le impide salir corriendo. De todas formas, tal vez si se empeñara y reuniera todas sus fuerzas para dar un tirón enorme lograra desasirse. Y entonces iría al parque por el camino corto, por el que le gusta. Pero, ¿y luego? cuando llegara la hora de ir a casa, ¿qué haría? Tendría k buscar otro dueño... Pero, kiere tanto al suyo!!!