viernes, 6 de julio de 2007

Blanca como la luna

Y por fin llegó la noche,
y con ella la luna y las estrellas,
y con ellas las sombras,
y entre las sombras tú.

Y como el viento al acariciar las hojas
tu hado en mis pupilas paró: blanca como la luna,
de negro como la noche y radiante como el sol.

Y como el viento a esas pobres hojas
me susurraste unas palabras
avivando el fuego de mis ojos, de mis labios,
de mi córazón...

Esa noche me diste la hiel de tus besos,
la miel de tus yagas
y el vino de tus lágrimas;
me diste dolor, amor, ira, pasión...
me diste todo y no me diste nada.

Pero esa misma noche decidiste marchar.
Y yo quedé tirado, hundido, roto,
ahogándome en mis lágrimas.
Y entonces te recordé
tal como tú fuiste:
blanca como la luna, de negro como la noche y radiante como el sol.

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