viernes, 26 de febrero de 2010

Equivocaciones

Debe ser cierto eso de que somos la única especie que tropieza dos veces en la misma piedra. Yo no paro de tropezar y además estoy empeñada en seguir. Pero no dos, es que debo ir ya por los 200 tropezones más o menos. Y me pregunto cuándo llegará el día en que me canse de caerme después de tropezar. El día en el que la poquita autoestima que me queda se rebele y diga 'hasta aquí hemos llegado', 'hoy no, hoy no tropiezo' 'hoy, yo soy mejor que tú'.

martes, 16 de febrero de 2010

Confusión

Vivo un momento de extrema confusión. Quiero saber y no me atrevo a preguntar. Sé que las respuestas podrían herir mi ya de por sí maltrecho orgullo y también sé que lo más inteligente quizás sería no preguntar, porque hay pocas probabilidades de que la respuesta sincera me guste. Así que aquí estoy, con las preguntas quemándome la garganta, imaginándome cuan terribles pueden ser las respuestas, con la boca callada y la mente hiperactiva. ¿La seguirá llamando? ¿Le seguirá escribiendo mensajes? ¿La seguirá viendo? ¿Seguirá pensando en ella? ¿Piensa seguirme engañando? ¿Cuánto tiempo podré estar sin preguntarlo?

viernes, 12 de febrero de 2010

Ya perdonarás (segunda parte)

-Ya me perdonarás que te sonriera aquella primera vez.
-Ya me perdonarás por haber provocado aquel primer beso.
-Ya me perdonarás por haberte confiado mis secretos más ocultos.
-Ya me perdonarás por haber elegido tu hombro para llorar.
-Ya me perdonarás por haber mendigado tus abrazos.
-Ya me perdonarás por haber insistido en acompañarte a todas partes.
-Ya me perdonarás por haber intentado comprar tu cariño.
-Ya me perdonarás por haber aguantado tus reproches.
-Ya me perdonarás por haberte convertido en lo más importante.
-Ya me perdonarás por haberte dicho la verdad.
-Ya me perdonarás por haberte respetado.
-Ya me perdonarás por haberte creído.
-Ya me perdonarás por no ser suficientemente buena para ti.
-Ya me perdonarás por haberte querido más que a nadie.
-Ya me perdonarás por haberme enamorado.

En resumen, ya me perdonarás que no haya sido una hija de puta contigo. Lo siento de verdad.

jueves, 11 de febrero de 2010

Todo igual

Desde que me da todo igual me he convertido en una persona muy gris. Llevo 30 horas sin comer, sin dormir y, lo que es peor, sin sonreir. No como porque no tengo hambre, mi estómago se ha rebelado y ha decidido ponerse en huelga. Y no sirve de nada forzarlo a trabajar. Ya lo he intentado. Pero tiene sus propios piquetes. Se llaman náuseas y van a por todas, son muy violentas y van armadas con palos. No duermo porque no tengo sueño. Mi hemisferio derecho no se relaja y trabaja a destajo (para compensar la inactividad de todo lo demás, debe ser). Y claro, así el sueño no quiere venir a visitarme. Y no sonrío porque no tengo ganas. Las ganas de sonreir se fueron ayer con otra mejor que yo.

Herido de muerte

No estoy enfadada. Tampoco estoy llorando. Ya no. Por primera vez en muchos años estoy vacía. El otro día escribía que tenía que ponerle freno a mi parte izquierda, a la de los sentimientos. Pero no pensé en arrancarme el lado izquierdo de golpe, cual lobotomía. No ha hecho falta. Lo han herido de muerte. Ya no siento ni padezco. Lo malo es k para compensar esa paralización de mi lado izquiedo, el derecho se ha vuelto hiperactivo. Y no para de pensar. Como no está acostumbrado a tanta actividad, lo hace de forma incoherente, desordenada, sin sentido. Quiero pararlo, pero no puedo, está embalado y no me hace caso. Y mientras, el hemisferio izquierdo yace a su lado. Quieto, muy quieto, con color de cadáver y rostro desencajado, en estado vegetativo. No se ha podido hacer nada más por él. Los médicos no son optimistas. El accidente ha sido grave. Lo hirió de parte a parte, por la mitad. No creen que recupere sensibilidad, ni que pueda volver a querer, ni tampoco a llorar. Tendrá que aprender a vivir así. Quietecito, sin moverse, sin sentir. Mientras, la parte derecha hará todo el trabajo. Esperemos que pronto se calme y, pasado el estrés inicial, se lo pueda tomar con un poco más de calma.

martes, 9 de febrero de 2010

Ya perdonarás

.Por un momento, olvidé que ya no te conocía, y casi te abrazo. Ya perdonarás. Me pillaste con los dos brazos erguidos hacia ti y no supiste qué decir. "Se me duermen a veces", exclamé, antes de que pudieras abrir la boca, y salí a toda prisa en dirección contraria, intentando no mirarte, o hacerlo sin que me vieras.

•Por un momento, olvidé que ya no éramos amigos y, casi le doy un sorbo a tu cerveza. Ya perdonarás. Me pillaste con la mano asiendo tu jarra y no supiste qué decir. "Tenía calor en la mano", exclamé, antes de que pudieras abrir la boca, y salí del bar a toda prisa, intentando no mirarte, pero queriendo saber si tú me mirabas.

•Por un momento, olvidé que ya te había olvidado, y casi te digo que te quiero. Espero que me perdones. Me pillaste mirándote fijamente a los ojos y no supiste qué decir. "Soy miope otra vez", exclamé, antes de que pudieras abrir la boca, y salí de tu vida a toda prisa, intentando no volver atrás, pero deseando que tú me siguieras.

-Hache-

El problema está en la izquierda

Dicen que es mejor guiarse por la cabeza, que por el corazón. Valiente tontería. ¿Es que no saben que el corazón, lejos de todo su sentido figurado y metafórico, sólo es un músculo feo que bombea repetidamente la sangre? "Es el motor del cuerpo" "No podemos vivir sin él" -dirían los corazonófilos en su defensa. Bueno, tampoco sin hígado, páncreas, riñones o pulmones... El corazón, queridos amigos, no es más que un currante más de esta enumeración y, como el resto, tiene un trabajo mécanimo y repetitivo, ni siente, ni padece, él bombea y punto.

Así que, descartado el corazón, llegamos a la clara conclusión de que todo está en nuestro coco y de que, por tanto, todos nos guiamos con lo mismo (quedan excluidos de esta afirmación los hombres que tan sólo se dejan guiar con la entrepierna, que son bastantes, pero me gusta pensar que no todos, soy una ilusa, lo sé).

Y de todo lo anterior se deduce que mi problema está la cabeza. Dicen que el hemisferio derecho se encarga de los persamientos racionales y el izquierdo de las emociones. He ahí el problema. ¡¡¡Es que yo soy zurda!!!! Ay, por Dios, ya sabía yo que por algo tenía que ser eso de que antes curas y monjas te obligarán a escribir con la derecha, fueran cuales fueran tus primeras inclinaciones. Lo hacían en un intento desesperado de salvar a esos pobres niños del sufrimiento que reporta el desarrollar más tu parte izquierda. Pero yo nací ya tarde y nadie me obligó a nada. Y claro, ahora estoy pagando las consecuencias de ser un hemisferio izquierdo con patas.

Eso sí, se acabó eso de tener a mi parte derecha infradesarrollada, que, como todo el mundo, también merece en esta vida una oportunidad.A partir de ahora, además de ejercitar culo y caderas en el gimnasio, voy a poner en forma a mi pobre y escuálido hemisferio derecho y voy a pasar del otro, a ver si el izquierdo se desincha, que de tanto hacer pesas está tan musculado que ya da grima. Yo creo que hasta se ha debido meter alguna sustancia ilegal para ponerse tan cachas. Y claro, igual que los que se ciclan en mi gimnasio, tanta exageración, lejos de ser bonita, da aprensión.

jueves, 4 de febrero de 2010

No soy culpable

No sé si te he contado que tengo un alma gemela. Sí, sí, como lo oyes. No hace mucho tiempo, ni siquiera hace un año que mi alma gemela se cruzó en mi camino. Pero da igual, porque la ventaja de ser almas gemelas, es que a las dos horas tienes la extraña sensación de conocerte de toda la vida. Pero claro, no es que sea mi alma gemela sólo por esa sensación. Hay muchas más razones que nos han llevado a pensar eso. Como tener la misma profesión, la misma afición por escribir, el mismo sentido del humor, la misma manera de ver las cosas y, sobre todo, el haber llevado una vida extrañamente paralela en el plano sentimental. Tengo muchas amigas y todas lo son porque tenemos algo en común, aunque sean pequeñas cosas, pero es gracioso, y algo turbador también, encontrarte con alguien con quien compartes tantas cosas antes de haber compartido personalmente ninguna.

Como no podía ser de otra manera, ella también tiene un blog. Lo empezó por la misma razón que yo, aunque sin habernos conocido para contárnoslo. Eso sí, su blog, lejos de ser secreto, es visitado por un montón de gente al día y sus entradas han merecido la edición de un libro. (En fin. No te preocupes. Todo llegará, que ella es mayor que yo...)

En cualquier caso, lo que pasa es que hace unos días leí una entrada de su blog y me pasó algo que me suele pasar con ella (para eso somos almas gemelas, claro). Resulta que en sus palabras, que relataban el cómo se sentía ella, leí exactamente la forma en la que yo me sentía en ese instante. Entonces pensé en escribirte a ti a mi manera y con otras palabras el cómo me sentía. Pero me he dado cuenta de que no puede ser. Porque el cómo me siento ya está escrito. Y no hay otras palabras para expresarlo. Va por ti, Hache.

"Dime tú, por favor, si soy culpable. Dímelo porque ya no sé si me vuelvo loca. Dime si soy culpable de haber amado a quién no me amó. Dime si soy culpable de haber creído en sus palabras, de haber confiado en él. Dijo que yo era la única. Lo dijo y desapareció. Tiempo después, llegó. Estaba más serio, más callado, más en otra parte que de costumbre. Entonces dijo: ya no te amo. Y me mató. Lo dijo suave, tranquilo, como quién bebe té. Y yo hacía preguntas para que él se desdijera, pero sus respuestas siempre eran frías, lejanas, como de quién odia, como de quién espera ese momento para matar a alguien. Y, sí, me mató. Pasó el tiempo. No le olvidaba. Más tiempo. No podía olvidarle. Tiempo, tiempo, tiempo. Él, siempre dentro (...) No puedo decir que haya olvidado a quién me mató. Ése será siempre mi asesino. Pero he encontrado cariño cuando solo esperaba la nada. Y hoy, por eso, he de decir aquí, que no me siento culpable. ¿Puede un muerto hacer daño? Pues esta chica cadáver ningún mal ha de hacer porque ya sufrió, ya murió,... Y él nunca la lloró. Tú que lees esta historia, dime, ¿soy culpable de ser por fin un poco feliz? Entonces, ¿por qué a veces me hacen sentir así?"

lunes, 1 de febrero de 2010

Sueño, sueño y sueño

Hoy me he levantado con un sueño inhumano. De esos sueños paralizantes. Yo me esfuerzo por salir de él, no creas, pero me tiene atrapada como en una especie de neblina de la que no puedo escapar. Cualquier rincón sería bueno para dejarme abrazar por Morfeo y dormir, dormir, dormir sin despertador... Seguramente pensarás que alguna buena razón debo tener para encontrarme en este trance. Pues sí. Bueno, y también no. Quiero decir, que tengo una razón, pero no es buena. A mí me gusta tener sueño después de dos tipos de noches: después de una noche de juerga con amigos en la que me lo he pasado muy bien y después de una noche de buen sexo. En ambas circunstancias, el estado mental del día siguiente es el mismo: la semiinconsciencia prolongada. En el primer caso, porque la resaca no permite que mis dos neuronas conecten de forma correcta y, en el segundo, porque formo parte de ese grupo de personas a las que un buen polvo no sólo les relaja y les dulcifica el carácter, sino que además les hace entrar un agradable trance en el que la vida es bella, el mundo amplio y Aragón maravilloso. Ahora bien, no sé cual de las dos cosas es más difícil de conseguir: si una buena juerga o un buen polvo. Está la cosa muy mala.

Y llegados a este punto te preguntarás: ¿qué tal ayer? ¿Cuál de los dos motivos es la causa de tu estado somnoliento semiinconsciente de hoy? Pues aquí viene lo peor amigos: ninguna de las dos cosas. Mi cabeza da tantas vueltas al mismo tema últimamente que creo que va a estallar. Yo quiero desconectar, darle al stanby y que pare, que pare de una vez. Pero nada. No para de pensar, día y noche. Y por el día es un rollo, pero por la noche es mucho peor. Cuando por fin parece que va a caer rendida me tortura con malos sueños que hacen que despierte sumida en la angustia... Cuanto daría yo hoy porque mi sueño tuviera que ver con una juerga de espanto o con un polvo salvaje... Bueno, realmente creo que me hubiera conformado también con una juerga normalita y con un polvo estándar... que no están los tiempos como para pedir peras al olmo.