lunes, 2 de julio de 2007

Marie Duplessis se anunciaba receptiva a proposiciones románticas con una camelia blanca. La roja aconsejaba paciencia.

La dama de las camelias fue la cortesana más solicitada de su época. Pero aunque Marie Duplessis compartió sus favores con muchos nobles y adinerados parisinos, fue su relación con un joven modesto lo que le trajo la fama.

Luego de un día de cabalgar en el campo, el joven alto y de anchos hombros -impecablemente vestido corno siempre, aunque apenas podía darse ese lujo- salió con un amigo a los teatros de París. En el Théâtre des Variétés, Alejandro Dumas pasaba más tiempo viendo a las atractivas mujeres en sus palcos que en el escenario.

Entre el público de esa noche de septiembre había varias integrantes del demimonde, una clase de mujeres que se encontraban justo en el borde de la sociedad respetable. Aunque apoyadas por los hombres ricos y generalmente mayores a los que daban sus favores, estas mujeres ansiaban el verdadero amor de los jóvenes, aunque fueran pobres. Por lo menos así lo creían los jóvenes, como Alejandro Dumas, que tenía entonces 20 años. Lo atrajo una mujer en especial. "Era alta y muy esbelta, de pelo negro y complexión blanca y rosa", escribió después. "Su cabeza era pequeña, de ojos alargados que tenían el aspecto de porcelana de las mujeres de Japón. Pero había en ellos algo que indicaba una naturaleza orgullosa y vital... Podía ser una figurilla de Dresden." La mujer tan arrobadoramente descrita por el emocionado escritor era Marie Duplessis, la cortesana más afamada de la época. La mujer también se fijó en Dumas, porque poco después hizo señas a su amiga Clémence Prat, que conocía al joven. Al final del espectáculo, madame Prat invitó cordialmente a Dumas y a su amigo a su casa, que estaba casualmente junto a la de Marie en el elegante boulevard de la Madeleine. Luego de un corto lapso, Marie llamó a su vecina desde la ventana para decirle que estaba aburrida por la visita de un conde indeseable, y que ansiaba compañía. Madame Prat, y tras ella los dos jóvenes, entró a hurtadillas.

Cuando el conde se fue, Marie sirvió una cena con champaña a sus tres invitados. Pero al final de la cena sufrió un acceso de tos y tuvo que salir de la estancia. Dumas fue tras ella y la encontró desmayada en un sofá. En el agua de un recipiente de plata había sangre. "¿Sufres?", le preguntó el joven. "Muy poco. Ya estoy acostumbrada a esta clase de cosas", le respondió la hermosa mujer. "Te estás matando", le dijo el joven. "¿Por qué de pronto esta devoción? ¿Estás enamorado de mí?", quiso saber ella, interrogándole con obsesión hasta acorralarlo. Cuando él titubeó, ella le exigió una declaración, pero le previno de dos consecuencias: "Puede ser que te rechace, en cuyo caso te sentirás agraviado por mí; pero puede ser que te acepte, y te verás con una amante abatida, con una mujer nerviosa, enferma y melancólica, cuya alegría te parecerá aun más triste que su dolor."

El encuentro de Alejandro Dumas y Marie Duplessis tuvo lugar a principios del otoño de 1844 y fue seguido por un breve y agridulce romance, pero el argumento pertenece a una novela que Dumas publicó cuatro años después, La dama de las camelias.

3 comentarios:

LaRubia dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

¡Hola! Si estás interesado en conocer más a fondo la vida de La Dama de las Camelias (Marie Duplessis) te recomiendo que eches un ojo a este blog:
http://marieduplessis.blogspot.com/
Saludos!

marialudobica dijo...

ahora estoy con una cmelia blanca, para quien perciba interes en un encukentro .