miércoles, 23 de diciembre de 2009

Diferencias entre fácil y difícil.

¿Qué es fácil? Fácil es algo natural, sencillo, sin guión, espontáneo… El tiempo pasa tan rápido así…
Todo es fácil cuando quieres estar con la persona favorita, hablar durante horas, hacer planes de dos,... Reír, reír, reír,...
Fácil, para mí, es amarte...
Aunque,...
Difícil es estar contigo, planear algo juntos, charlar, adivinar qué piensas,... Tú y yo no sumamos dos. Tú y yo no sumamos ni uno.
Difícil, también, que tú me quieras. Difícil sonreír a tu lado. Difícil ...todo.
Y también...difícil olvidarte.
Ahora sé que ser feliz es fácil. Difícil sólo es quererte.
Por esta gran lección quiero darte las gracias. Sería difícil no hacerlo...

Sólo llamaba...

Hace unos días sucumbí a las marabuntas del Corte Inglés en mi entregada búsqueda de regalos de Navidad. No tenía ganas, lo reconozco, así que decidí que la mejor opción, en vez recorrerme todas las tiendas del centro con aquel frío helador, era echar un vistazo en el Corte Inglés. Así sólo tenía que ir cambiando de planta. Y en esas estaba, subida en las escaleras mecánicas, entre planta y planta, cuando escuché a mi espalda una voz masculina que decía con firmeza "nada, que sólo llamaba para decirte que te quiero. Luego te veo mi vida". Y colgó. Y claro, yo no pude resistir la tentación y tuve que volverme a mirar un poco de reojillo qué pinta tenía la persona que había dicho eso. Y nada, nada, la pinta de lo más normal: ni alto, ni bajo, ni guapo, ni feo, ni joven, ni viejo. Pero tuve envidia. Y nada de envidia sana. No, no. Envidia de la mala, mala, de la que es pecado capital, vamos. Me costó menos de 20 segundos ponerme a pensar cosas tales como "sí, claro, de algo te sentirás culpable para llamarla sin ton ni son y decirle que la quieres. A saber... fijo que luego la engañarías a la primera de cambio si es que no lo haces ya. Todos sois iguales". Y, tras pensar esto, abandoné la escalera mecánica en dirección a la calle con unas ganas locas de alejarme de semejante infiel potencial.

Supongo que, rascando un poco más en mi interior, lo único que pasa (al margen de que todos sean unos infieles en potencia, que a mí esa idea no me la quita de la cabeza ni Blas) es que hace ya demasiado tiempo que nadie me llama sólo para decirme que me quiere. Y la verdad es que echo de menos que alguien lo haga. Aunque sea un infiel en potencia.

martes, 24 de noviembre de 2009

Abrirse horizontes

La idealización es mala y, sin embargo, yo tiendo bastante a ella. Siempre he idealizado a las personas que he amado, como si no tuvieran defectos, como si todo lo que hacen o dicen fuera lo adecuado. Pero de pronto llega un día en el que abres los ojos y descubres que no, que mister perfecto es una ilusión y que lo único que has hecho ha sido enamorarte de un imbécil con tantos defectos como pelos en la cabeza (y nunca me han gustado los calvos, ya os aviso)

Así que, como mis esperanzas de encontrar al hombre perfecto, o al menos a uno que me quiera tal cual soy, se esfuman día a día, sólo me queda recuperar al menos la dignidad perdida y dejar de ser el perrito faldero de alguien que no me ha querido, no me quiere y, probablemente, nunca me querrá.

viernes, 20 de noviembre de 2009

Asumir

Hay que ver lo rara que suena la palabra 'asumir'. Es un verbo que suena extraño al oído, no me digáis que no. Pues bien, yo he descubierto que además de sonar raro también es muy raro que el ser humano sepa practicar su significado. Yo por lo menos no sé. Asumir, según la RAE, quiere decir aceptar. Yo me atrevería a añadir 'aceptar con resignación'. Y he ahí la dificultad. Aceptar las cosas no es nada fácil casi nunca. A mí por ejemplo me resulta tremendamente complicado asumir que no me quieren. Ayer, una amiga me medio abrió los ojos: '¿Por qué en vez de justificarlo, asumes que no te quiere? Si te quisiera estaría contigo y no lo está. Y no lo está porque simple y llanamente no te quiere. Asúmelo'. Mentiría si no dijera que sus palabras me dieron que pensar. Y mucho. No tienen nada de especial. Yo ya me las había dicho a mí misma muchas veces. Pero a veces necesitas oírselas a otra persona. Aunque te caigan como un chorro de agua fría. Y no es fácil, la verdad. Porque cuando lo has dado todo, lo decible y lo indecible, para conquistar a alguien y no lo has conseguido es muy difícil retirarse con el rabo entre las piernas. Te entra un complejo de inferioridad tremendo, porque piensas que lo que han conseguido otras tú no lo has hecho. Y claro, te sientes un poco mierda y bastante frustrada.

Pero bueno, de lo que me dí cuenta ayer es de que el secreto está en esa extraña palabra: 'asumir'. No se puede vivir para sufrir, ni se puede obligar a nadie a que sienta cosas que no siente. Por eso, en vez de justificar las cosas (no, él necesita estar sólo, él no puede estar con nadie... pero yo sé que en el fondo me quiere) se debe asumir que no es cierto. No me quiere. Y si lo hiciera lo superaría todo y probaría a estar conmigo. Punto.

Y claro, asumir no es lo mismo que dejar de sentir, pero bueno, tal vez sea el primer paso, no? Y, aunque resulte un poco duro, siempre será mejor que seguirme autoengañando.

Dicen en mi pueblo que lo que no puede ser, no puede ser y encima es imposible. Pues eso. A asumirlo toca.

martes, 10 de noviembre de 2009

Desequilibrios hormonales

Una de las numerosas ventajas de ser mujer es que puedes echar la culpa de tus neuras a unos desequilibrios hormonales que nadie sabe si existen o no, pero que son la mar de socorridos para situaciones de impertinencia extrema.

Yo hoy, sin ir más lejos, me he levantado insoportable. Pero no por nada en especial. Es más, ni siquiera he sido consciente de estar insoportable hasta que un pobre damnificado me lo ha dicho. De repente, el peso de la verdad ha caído sobre mi costado (en la zona lumbar, concretamente) y me he dado cuenta de que no me aguantaba a mí misma.

Y claro, a los que me han sufrido les he pedido perdón, pero conmigo misma la cosa es más complicada porque por mucho que intento correr siempre me alcanzo.

Así que, como no me queda otra, he respirado hondo, me he parado a pensar en las razones objetivas que podían hacer que estuviera así y como no he encontrado ninguna he pensado: 'Ais... estaré ovulando...!' (O no... pero, qué más da, bien está que haya hormonas para cargar con la culpa, no?)

lunes, 9 de noviembre de 2009

Los riesgos del 8 de noviembre

Casarse un 8 de noviembre tiene sus riesgos. Es cierto que casarse un 8 de agosto no asegura un día espléndido, pero es que el 8 de noviembre por mucho que te encomiendes a todos los santos tal vez no consigas nada.

Ayer, cuando bajé del autobús con un cierzo racheado que hizo que mi paraguas se diera la vuelta un par de veces, me dirigí al paso de cebra más cercano y esperé a que el semáforo se pusiera verde mientras pensaba que nada ni nadie podría evitar que mi pelo adquiriera esa ondulación crespada habitual de los días de lluvia. Miré el termómetro que tenía frente a mí. Cinco grados. Con cierzo y lluvia. Y justo cuando estaba pensando que no había podido elegir un día peor para salir de casa, el semáforo se puso en verde y ví como dos novios venían hacia mí acompañados por un fotógrafo que serpenteaba sobre sí mismo y adoptaba posiciones imposibles mientras el disparador de su cámara no dejaba de sonar. El novio sostenía un gran paraguas blanco sobre la cabeza de su recién estrenada mujer y la suya propia (que, digo yo, eso es previsión y lo demás son tonterías, porque un paraguas blanco inmaculado no se compra en los chinos en el último momento...) La novia, por su parte, ocupaba una de sus manos sujetando los bajos de un vestido que había salido blanco de casa, seguro, pero al que las inclemencias del día habían teñido de un cierto tono negro. La otra, trataba de sostener con elegancia fallida un chal peludo (blanco también) que tenía el complicado objetivo de conseguir que la novia sobreviviera a la sesión de fotos y no llegara a la hora de la comida en proceso de congelación.

Ambos sonreían a la cámara con pose forzada y con cara de estar pensando ¿y cómo se me habrá ocurrido a mí casarme un 8 de noviembre?

Pobres... Eso sí, como el novio era calvo y la novia llevaba el pelo recogido, al menos el pelo no se les onduló...

miércoles, 4 de noviembre de 2009

A tiempo parcial mejor que completo

Mi profesora del taller de escritura dice que se puede escribir sobre cualquier cosa, k todo vale para dar pie a una buena historia. Yo no sé si estoy de acuerdo. No es tan fácil. Como para casi todo en esta vida, para escribir, también hace falta tener facilidad y una buena dosis de imaginación. Por eso todos los que carecemos de lo segundo, acabamos escribiendo sobre nosotros mismos o cosas que nos suceden cerca. Y no es k seamos unos egocéntricos con patas, lo que pasa es k sino viviríamos en la más absoluta sequía literaria.

La misma profesora del taller antes nombrado pretende k escribamos millones de relatos a la semana. Supongo k eso kerrá decir k ella tiene imaginación porque, para los k no la tenemos, la hiperactividad literaria es una putada. Komo ya he dicho, escribo sobre mí y cosas k me pasan. Y claro, mi vida no da tantas kosas interesantes komo para escribir relatos sin conocimiento!!! Y además a esto hay que sumarle la verdad eterna y cierta de que uno k escribe de sí mismo, escribe mejor cuanto más desgraciado se siente. Lo k nos lleva a la terrible conclusión de k para escribir todo lo k esa mujer kiere k escriba debería sentirme desgraciada todo el tiempo. ¡¡¡Y yo estoy bien siendo una desgraciada a tiempo parcial!!!

miércoles, 21 de octubre de 2009

Grita

Creo que quiero gritar (algo que sin duda sería fatal para mis dañadas cuerdas vocales). O apretujar un pijorro de esos antiestrés hasta dejarlo deforme. O tal vez morderme las uñas hasta convertírmelas en muñones. Para evitar hacer nada de eso he decidido escribir, que no se si descarga tanto, pero al menos es más civilizado. Estoy harta. Harta de que siempre me amargue el día el mismo gilipollas. Harta de tener que bailar al son que él toca. Y harta de sentirme tratada como una piltrafa. Harta de intentarlo todo siempre para agradarle. Y harta también de no conseguirlo. Harta de querer a la persona que peor me trata. Harta de recordar a la persona que un día fue conmigo y ya no es. Harta de estar así y sobre todo harta de haber preferido estar así a no estar de ninguna manera. Aún sabiendo que estar así sólo es una lenta agonía que no me va a llevar en ningún caso adonde yo querría ir. O al menos adonde quería ir antes de estar harta. AAAGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGG!!!

lunes, 19 de octubre de 2009

Echar de menos

Soy capaz de echar de menos cosas que no sabía ni que tenía. Porque cuando las tuve no les presté la más mínima atención. Hace un rato me ha llamado mi suegra, o mi ex-suegra, o la madre de mi ex-novio que realmente nunca llegó a ser suegra o como narices quieras llamarlo. La mujer sólo quería que le cogiera el teléfono porque su madre (abuela del ex) la había llamado muy preocupada diciendo que había visto por la tele un accidente de tráfico ocurrido en el lugar en el que trabajo a la hora en la que llego a trabajar normalmente. Y claro, la pobre sólo quería quedarse tranquila y cerciorarse de que yo no tenía nada que ver con el dramático suceso. Pues oye, puede sonar a locura transitoria, pero en ese momento he echado de menos tener suegra. Esto sería una tontería si no fuera porque ayer sin ir más lejos me sorprendí a mí misma echando de menos tener novio. A lo mejor es la revolución hormonal que me corresponde esta semana, no te digo yo que no, pero lo cierto es que ayer pensé seriamente en mis necesidades. Y ya sé que no siempre necesito lo mismo, y ahí radica la dificultad de contentarme, pero lo cierto es que ayer sentí que necesitaba a alguien que abrazara porque tenía frío y que me diera un beso porque sí, sin pedírselo. Necesitaba a alguien que durmiera conmigo y no a mi lado. Lo curioso es que esta mañana seguía necesitando lo mismo. Tal vez haya cogido un virus de estos que corren por ahí porque no deja de ser raro necesitar de repente cosas que ya tuve y que no sólo dejé escapar, sino a las que además no presté atención.

jueves, 15 de octubre de 2009

Viviendo deprisa

Apagué la radio violentamente. No había sido un buen día, y escuchar el informativo nocturno de la emisora que me consumía una media de 10 horas de energía diarias no parecía ser la mejor manera de comenzar una buena noche. Desvié la vista de la carretera mientras buscaba alguno de esos Cd’s que solía escuchar antes de que la rutina informativa diaria absorbiera mi vida. Lo encontré. Y subí el volumen. Alto, muy alto. Como si el sonido atronador fuera la única cosa capaz de acallar mis machacantes pensamientos. Las 12 de la noche. Me encontraba a una hora de camino del lugar en el que había quedado a cenar dos horas antes. Nada importante. Sólo una cena con amigos; pero ellos ya estaban acostumbrados a que llegara a los postres. O incluso a que no llegara. Hubo unos años en los que mis amigos preguntaban sorprendidos cómo era posible que nunca pudiera decir, al menos de forma aproximada, a qué hora iba a salir de trabajar. Yo intentaba explicarles que el día en el que creía que todo podía estar listo a la hora prevista, coincidía siempre con algún hecho noticioso de última hora que se encargaba de mandar mis planes al garete. Aunque ahora hacía ya algún tiempo que habían dejado de preocuparse por mis horas de llegada. Ellos hacían sus planes y, si de vez en cuando yo podía unirme a alguno de ellos, lo aceptaban sin demasiado entusiasmo. No les culpo. Todas las relaciones de amistad se resienten cuando espacias los planes casi tanto como las visitas al médico.


Los pensamientos se agolpaban en mi mente mientras me esforzaba por prestarle algo de atención a la carretera. Odio conducir de noche. Los faros de los coches emiten incómodos rayitos de luz que me deslumbran y las largas líneas blancas del asfalto se unen en la lejanía complicando la tarea de discernir a qué carril pertenece cada una.

Mis amigos no eran los únicos damnificados a los que mi profesión había hecho pasar a un segundo plano. Un escalofrío me recorrió la espalda cuando volví a pensar en él y en lo lejos que se encontraba de mí. Todas las noches dormíamos algunas horas en la misma cama. No muchas. Tan sólo las que transcurrían entre mi tardía llegada a casa y su gran madrugón. Tardé bastante tiempo en descubrir las diferencias entre dormir al lado y dormir juntos, y cuando lo hice él ya se había alejado demasiado. La rabia contenida me hizo pisar el acelerador un poco más. De repente, el destino se abalanzó sobre mí. Las luces de un coche venían de frente, demasiado de frente para ir por el carril de al lado. Pisé el freno con todas mis fuerzas. El chirrido de los neumáticos se clavó en mis oídos. El instinto me hizo dar un volantazo a la derecha. El coche chocó contra algo y después comenzó a girar sobre sí mismo. Después, todo se volvió negro y se hizo el silencio.

Desperté en la cama, aturdida. Desvié la vista hacia la derecha, el lado en el que él siempre dormía. Quería verlo allí, respirando profunda y acompasadamente. Tan cerca y tan lejos al mismo tiempo. Pero no estaba. Entorné los ojos un poco más. Intentando discernir mi habitación en la penumbra, queriendo encontrar alguna prueba que me confirmara que tan sólo había tenido una pesadilla. Sólo eso.

Mi esfuerzo se desvaneció cuando se abrió la puerta y un halo de luz inundó la estancia. Pero el que entro no era él. Y aquella no era mi habitación. Un hombre con cara de médico y bata muy limpia me hablaba. Pero yo no podía escucharlo. La sangre golpeaba fuerte en mis sienes y el corazón quería salirse del pecho, como si mi subconsciente hubiera comprendido ya lo que había sucedido.
-“Inés, has tenido suerte –oí como decía a lo lejos aquel hombre de voz condescendiente- a ti el cinturón te salvó la vida”.
-“¿A mí? ¿Cómo que a mí? ¿Y a quién si no? Iba sola en el coche… –dije mientras me esforzaba por recordar con una voz ronca que pareció salir de lo más profundo de mis entrañas.
-“Sí. Los dos ibais solos. Pero el chico del otro coche murió en el acto”.

Esbocé una sonrisa cínica. No entendía cómo era posible. Me había llevado una vida por delante y acababa de escuchar que había tenido suerte. Me invadió la angustia, la impotencia y el deseo imposible de poder retroceder en el tiempo. Fue entonces cuando comprendí dónde comenzó todo: aquel día en el que me subí en ese frenético tren de vida en el que viajaba a toda velocidad y del que me apeé en marcha justo antes de llegar a la última parada. Todo ocurrió muy deprisa, aunque ahora, desde esta silla de ruedas, mi vida transcurre de forma más lenta.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Cuando vivíamos en el ascensor…

Cuando vivíamos en el ascensor tenía que estar todo muy organizado. Éramos cuatro: papá, mamá, mi tato Javi y yo. Como no había mucho espacio, mamá siempre insistía en la importancia de hacer las cosas de uno en uno y despacio, sin sobresaltos. ¡¡No fuera a ser que nos quedáramos colgados entre dos pisos!! Esa posibilidad estresaba muchísimo a mamá, que siempre decía que tendría un ataque de claustrofobia si eso sucedía. Un día de invierno, nos trasladamos a un piso grande, de casi 30 metros. Ese día mamá dejó de tener claustrofobia, pero comenzó a quejarse de nuestro desorden enfermizo y de la cantidad de espacio que tenía que limpiar.

Me acuerdo…

Me acuerdo de cuando el autobús se detenía en tu parada tras tirar de un largo cordel de cuero.

Me acuerdo de los bocadillos de chocolate negro que mi madre me ponía para merendar todas las tardes.

Me acuerdo de cuando los Reyes Magos se comían el turrón y la leche que les preparaba cada 5 de enero antes de acostarme.

Me acuerdo de cuando los niños no necesitaban suelos acolchados para jugar en la plaza de los columpios.

jueves, 1 de octubre de 2009

Abajo las hombreras

No es justo. Existen leyes super chorras. Leyes de difícil aplicación. Y también leyes que no se cumplen. Y hasta leyes que no son necesarias. E incluso leyes que son para romperlas. Yo creo que debe hacer prácticamente una ley para todo. O para casi todo. Porque yo no consigo entender como a nadie se le ha ocurrido hacer una ley que prohiba terminantemente el regreso de la moda de los 80. Esos pelos cardados, esos calentadores y, sobre todo, esas hombreras... Oh, Dios mío, qué espanto.

Todo esto es algo que yo siempre he pensado, pero nunca me había preocupado en exceso. Confiaba en la existencia de una cierta 'cordura global' en el mundo de la moda. Pero no amigos, está demostrado que todo vuelve si eres capaz de conservarlo en el armario el tiempo suficiente. El otro día entré una tienda de ropa y descubrí a un maniquí con hombreras. Y luego a otro, y a otro y a otro... ¿Significa eso que en un corto espacio de tiempo todas volveremos a ir con hombreras y a parecer jugadores de rutby? Sí, significa justo eso. Con todo lo terrible que esta circunstancia conlleva.

¿Y todo por qué? Pues por no hacer una buena ley a tiempo. Claro. Así nos va.

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Duele

Dice una máxima de estas que a mí tanto me gustan que "si no hay solución, es que no hay problema". Gran frase, claro que sí. También dicen que con anestesia no se siente ya el dolor. Y así, anestesiada, llevo unos cuantos años, pero a veces, la dosis se queda corta,... ¡Voy a curar este dolor, ¿sabes?!... Aunque haya sido yo la que lo haya buscado, aunque a veces haya llegado a merecérmelo.

La última vez

Estoy muerta de miedo. Acurrucada en un rincón. Llevo así varios minutos. Sólo me he atrevido a moverme para escribir esto, con la esperanza de que, al leerlo, no sea tan terrorífico o de que puedas ayudarme a comprender.

El episodio más horrible que jamás he vivido ocurrió hace unos días, pero ha sido esta mañana cuando la fatídica realidad me ha rajado el cerebelo en dos partes iguales. Extrañamente simétricas. Una se parece a mí, la otra a él, y ambas ¡son idénticas!

Todo comenzó la última vez que alguien me rompió el corazón. No fue un golpe seco. Hubo de dar, al menos, tres estocadas para partirlo porque el bombeador estaba duro y no cedía a la presión. Uno de los mazazos, quizás el primero, vino en forma de letras. Unas letras envenenadas, pero de perfecta caligrafía en las que "mi asesino de corazones" usaba las palabras como dardos... o mejor sogas. Me rodeó con ellas y apretó, y apretó... Fue curioso. Mientras tiraba de las cuerdas, yo creía que tiraba de mí hacia él. Que me acercaba al máximo a su vida... ¡Pero no! Me estaba ahogando, poco a poco, lentamente... Como para evitar que yo me diera cuenta de lo que estaba haciendo...

La última vez que yo rompí el corazón de alguien fui más sutil que mi maestro. Bien es cierto que lo hice sin querer, pero lo hice, no pienso rechazar mi culpa. Me puse guantes y canté una canción de sirena. No usé sogas, ni venenos. Solo palabras malditas. Salieron de mis manos con fuerza, dejaron el teclado ardiendo. Hiel, medio yo, hacerte daño, no te merezco,... Una a una, se encadenaron en la pantalla del ordenador; una a una, verdaderas; una a una pasando a otra persona...

Tras soltar las pesadas amarras del desamor, me siento fatal. Me duele incluso el "mediocorazón" ausente. En el hueco que ha dejado, hay un hematoma nuevo.
Estoy al borde de la esquizofrenía porque no sé si sigo siendo víctima o he pasado a ser asesina.

Mientras no se encuentre el cadáver dicen los expertos que no hay caso. Pero soy una criminal. Quizá me entregue de todas formas en la primera comisaría que encuentre. Soy un peligro público, no quiero romper el corazón de nadie nunca más. No quiero ser como él.

Enamorarse de uno mismo

Hay gente que, por mucho que diga que le importan los demás, solamente se quiere así misma. Y el resto de la gente les importa en tanto en cuanto los haga sentir bien. Relacionarse con una persona de estas características es difícil porque siempre son relaciones (de cualquier índole) en las que se da más de lo que se recibe. Y no hay nada más frustrante que esperar cosas que nunca obtienes u obtener justo lo contrario de lo que esperas: gritos cuando esperas risas, pasotismo cuando esperas implicación, engaño cuando esperas sinceridad. Y os preguntaréis en qué punto se sostiene una relación así. Pues en la teoría de "una de cal y otra de arena". Porque cuando gritas obtienes risas, cuando pasas obtienes implicación y cuando engañas acabas obteniendo sinceridad. Incomprensible eh?

lunes, 28 de septiembre de 2009

Celos (segunda parte)

No se puede decir que yo haya sido alguna vez mujer de un sólo hombre. O chica de un solo chico, que suena más juvenil y tengo que subirme la autoestima. Pero hay que ver lo que jode que los chicos con los que estás tampoco sean de una sóla chica..! Lo cierto es que ahora lo estoy haciendo muy bien, sólo mantengo relación física con una persona, pero no obtengo nada a cambio. Quiero decir, al margen de otras cosas, a mí me gustaría tener la certeza de que él sólo está conmigo. Pero claro, para empezar no somos pareja, por lo que tampoco existe una "obligación" real de fidelidad. Y es precisamente eso, el saber que no existe ningún tipo de atadura, lo que me provoca unos celos terribles. Veo amenazas por todas partes. Cualquier llamada, cualquier gesto, cualquier detalle es motivo suficiente para que me consuman unos celos en los que ni tan siquiera me reconozco porque nunca he sido así de desconfiada con nadie. Pero el saber que puede estar con otra igual que lo está conmigo me hace sentir fatal. Aunque sé perfectamente que es uno de los probables finales de esta historia que yo querría que avanzara hacia otro lugar muy distinto.

viernes, 25 de septiembre de 2009

Te pensaré lejos, muy lejos

...Y así será más fácil. No echaré de menos tu ausencia porque te imaginaré a 12.000 kilómetros de mí. Realmente es más o menos la distancia a la que ahora te encuentras, aunque estés tan sólo a unos pasos. ¿Cómo hemos sido capaces de complicarlo todo tanto? Creo que las preguntas sin respuesta se llaman retóricas...
No te voy a pedir permiso para mandarte de viaje a la otra punta del mundo, tampoco tú lo hiciste para encerrarme en casa y tapiar puertas y ventanas. Pero como te quiero tanto,(y creo que te querré siempre, es una de esas certezas que sólo se tienen una vez en la vida), te voy a pensar allá, en mis antípodas, feliz, triunfador, admirado, rodeado de todas las mujeres bellas del mundo, de esas que siempre estuvieron delante de mí. Eso ya lo tienes aquí, lo sé, pero si te parece lo exageraré un poco. Vamos allá. Te veo caminar contoneándote en una recogida de premios, oyendo aplausos en estéreo, con esa medio sonrisa que tanto me gustaba; o te intuyo entrando a un restaurante de moda, con los brazos asidos por chicas despampanantes; o en el acceso VIP del concierto más VIP del mundo mundial, llevando a todos tus amigos, y después invitándoles a todo lo mejor. Así te dejaré en mi pensamiento, te guste o no. Tú, feliz; yo, feliz.

Y así, cuando vea todos los días a “tu doble", sabré que es sólo eso: "tu doble". Porque tú estás tan lejos que es imposible que pueda verte. ¿Quién dijo que no había nada imposible? Esto no es retórica, hay imposibles, lo confirmo.

(Suspiro hondo y punto final, un momento para no llorarte, y a seguir hacia delante. Podemos. Puedo)

P.D.: Perdona que no me despida de ti, aunque quizá no te has dado ni cuenta.

jueves, 24 de septiembre de 2009

Consejos vendo...

No sé quién fue, pero alguien dijo un día que no hay problemas más fáciles de solucionar que los problemas de los demás. Qué razón tenía este ilustre desconocido. Yo, sin ir más lejos, la más inestable del mundo, la que tan pronto ríe como llora, la que se come el mundo tan solo dos minutos después de haberse escondido bajo tierra, soy la mejor dando consejos. Oye, da gloria verme aconsejar de corazón (eso sí) a mis amigos acerca de lo que tienen que hacer o no hacer con sus problemas amorosos, de dinero, de salud, de cuernos, de... todo.

Porque, oye, yo mi vida no la sabré solucionar, pero con los problemas de los demás me manejo como pez en el agua. Y hay que ver lo bien que hablo, lo bien que digo las cosas y lo convencida que estoy de mis consejos.

"Fulanita, no puedes consentir que te diga esas cosas. Pero, ¿qué se cree? que te va a tener ahí para cuando quiera, como si fueras un corderito?? De eso nada, tú vales mucho más que ese subnormal que no te merece" "Menganito, deja de buscar excusas para afrontar la situación. Nunca es fácil dejar a alguien, pero esta situación es injusta para los dos. No puedes seguir siendo un cobarde, así que haz el favor de coger al toro por los cuernos de una vez"...Y así con mil situaciones más. Ais. Si es que yo tengo pensamientos la mar de cabales y equilibrados, voy a tener que decirles a mis amigos la suerte que han tenido por tener una amiga con las cosas tan claras. Ves? Si es que lo que tengo que hacer es buscarme una amiga resolutiva que me aconseje y me guie en la vida, porque si soy yo la que me aconsejo a mí misma... ¡No me hago caso!!

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Celos

Estado emotivo ansioso que padece una persona y que se caracteriza por el miedo ante la posibilidad de perder lo que se posee-tiene, o se considera que se tiene-posee, o se debiera tener-poseer (amor, poder, imagen profesional o social...)

No me parece una mala definición de celos, la verdad. Ahora que sé lo que son con exactitud, comenzaré a buscar en este mundillo de internet que lo tiene todo una posible medicación para acabar con el estado ansioso éste.

Aquí dejo una frase, que también me ha gustado, aunque no tenga necesariamente que ver con la deficinición.


El hombre es celoso si ama; la mujer también, aunque no ame.
Kant, Inmanuel

viernes, 18 de septiembre de 2009

Esperarte

Para olerte, abrazarte, mirarte, tocar tu boca y besar tus ojos, despacio,...
Me gusta esperarte porque traes aire fresco y caricias generosas, porque sabes a chocolate y a fresas y a cerveza helada.
Quiero esperarte porque eres un parque de atracciones solo para mí y no me canso de dar vueltas a tu vida.
Necesito esperarte porque ya no esperaba nada y tú has traído la alegría y la locura.
Porque estaba muerta y ahora no dejo de coger aire,...
Y saber que tú me esperas impaciente, me hace ronronear...
Si no existieras, habría que inventarte.

La visita de las musas

Al igual que a otras muchas verdades de la vida, Sabina también le ha dedicado alguna de sus geniales letras a la inspiración y a la difícil relación que existe entre las musas y la felicidad. Así es. Cuando se está contento, alegre y relajado sólo se escriben pastelones ilegibles. Sin embargo, es convertirse en un desgraciado y parece que el boli se deslice sólo por el papel (este es un guiño nostálgico a los que a veces echamos de menos emborronar el papel de tinta y de lágrimas de desconsuelo). Bueno, al menos ser un poco desgraciado sirve para algo, no? Rizando el rizo tal vez sea ésa la razón por la cual tantos grandes escritores y poetas (románticos, claro) han acabando suicidándose... Claro, escribían de puta madre, pero por qué? Pues por eso amigos, porque eran unos desgraciados. Y es que ya se sabe que no hay nada que despierte tanto la inspiración como el mal de amores.

A mí de hecho me funciona!! Mis etapas de barbecho literario han coincidido misteriosamente con mis etapas de mayor estabilidad y bienestar emocional. No es ninguna casualidad!! De hecho, os voy a confesar una cosa: ahora me siento bastante desgraciada en la vida, pero lo hago únicamente para que este blog que nadie lee pueda convertirse un día en un best-seller!! Cuando eso suceda seré rica y feliz... eso sí, no volveré a escribir ni una palabra...

jueves, 17 de septiembre de 2009

Transparencias

Últimamente me estoy dando cuenta de que en la vida las cosas son pocas veces lo que parecen. Hasta la persona que aparenta no tener dobleces (o tal vez ésa la que más...) oculta cosas. Es como si todas las personas fuéramos en realidad dos personas diferentes: Por un lado estaría la persona que aparentamos ser y por otro la que en realidad somos, sin aditivos. De esta última no nos solemos sentir muy orgullosos y, por eso, se la ocultamos a todo el mundo, incluso a todos aquellos a los que presumimos de contárselo todo. No es cierto.

Si uno se dedicara a rebuscar en las cosas íntimas de aquellas personas de las que cree saberlo todo se encontraría siempre con cosas que no se espera, con mentiras (como la de aquel día que fulanito te dijo que estaba enfermo/a y no podía quedar y en realidad tenía otro plan mejor), con ocultaciones por omisión (como aquella vez que fulanito/a te contó la historia de su fin de semana y "olvidó" mencionar la presencia de esa persona de la que tú no quieres oír ni hablar), con comentarios desanfortunados (como aquella vez que escuchaste sin querer a dos amigos hablando sobre tí sin que ellos supieran que estaban siendo escuchados), con amoríos inesperados (como cuando descubriste que tu amigo/a sí que se había liado con aquella persona con la que te había jurado que nunca había pasado nada).

Yo creo que no conozco a nadie transparente. Pero eso, por otro lado, también es normal, porque soy de las que piensan que las mentiras piadosas deberían ser hasta obligatorias por ley. Pero claro, no todo en esta vida puede ser tildado de mentira piadosa. Y aún así, cuando las mentiras (piadosas o no) comienzan a acumularse es preferible una verdad dolorosa a tiempo. Pero qué poco común es eso, por Dios, que poco habitual es coger al toro por los cuernos (a veces nunca mejor dicho) y ser sincero de verdad.

Es más, centrando un poco más la historia, os diré que yo que siempre he presumido de tener bastantes y buenos amigos del género masculino, he llegado recientemente a la trabajada y cotejada conclusión de que el género masculino es infiel por naturaleza. Y el femenino? No amigos, el femenino, no. ¿Y entonces no hay mujeres infieles? -os preguntaréis- Por supuesto que las hay y de todo tipo, aunque por lo general una mujer involucra antes al sentimiento, esto es, no sólo suele sentir algo por el tercero en discordia, sino que además ha sopesado los pros y los contras de su devaneo. Al hombre simplemente le puede la entrepierna, la sangre se le concentra en un sólo punto, el riego comienza a faltar y ¡zas! En ese momento, la razón se nubla. Y no voy a aceptar que me digáis que hay tíos fieles. No es cierto. Lo único que hay son tíos que no han tenido oportunidad real de poner los cuernos en circunstancias favorables (esto es, pudiendo negarlo después). Pero yo desde aqui os digo que no hay tío sobre la faz de la tierra que sea capaz de seguir pensando con la cabeza cuando tiene delante a una tía de más o menos buen ver (y si encima el chico en cuestión lleva dos copas la estadística se dispara ya a niveles estratosféricos).

Así que no seáis ilusas, no creáis que el vuestro es el único chico fiel que hay. Tampoco penséis que si os engañara se lo notaríais. Tal vez no. Creo que todos mis amigos de género masculino han engañado alguna vez o engañan a sus novias (algunos esporádicamente y otros con asiduidad) y a pocos los han pillado. Y es que aunque no haya nadie en el mundo transparente, los chicos lo son muchos menos, no os dejéis engañar por su aparente simpleza y si he de decir algo en su defensa, recordad que ellos sólo son responsables en parte de que el riego que les llega al cerebro sea menor. Pobres...

miércoles, 16 de septiembre de 2009

No permitiré que nadie te arrincone...

Hoy todos los que nos sabemos los diálogos de Dirty Dancing de memoria y todos los que lloramos con Ghost seguimos estando un poko de luto. Ayer, Patrick Swayze sucumbió víctima de cáncer de páncreas contra el que luchaba desde hace dos años. Nadie escapa a las garras de una enfermedad así, por mucho dinero que se tenga y por muy bien que se baile, pero, por suerte, siempre tendremos su gran baile final para recordarlo, ese baile después de esa gran frase... "Baby, no permitiré que nadie te arrincone".


http://www.youtube.com/watch?v=WpmILPAcRQo


Descansa en paz, Patrick.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Inseguridades

Siempre he admirado a la gente que tiene seguridad en sí misma. Y no me refiero a la gente que lo aparenta, sino a la gente que lo es. Yo soy de las que lo aparento, o por lo menos lo intento, pero no la tengo ni por el forro. En realidad es un problema mío, pero que afecta a las relaciones con los demás porque muchos comentarios sin mala intención pueden herir sin querer mi débil autoestima. Y tampoco es que me guste que me alaben, todo lo contrario, me incomoda bastante que ensalcen en exceso las cosas que hago bien (aunque en su justa medida siempre gusta, claro), pero es que son tan pocas... La verdad es que siempre me he sentido bastante torpe en todo y nunca he sido especialmente buena en nada. Tal vez ésa sea la razón por la que he pasado tantos años al lado de una persona para la que yo era el ser más especial del mundo y así me lo hacía sentir.

Y claro, ahora la cosa ya no es así y la seguridad que me daba el saber que a alguien le gustaba yo por mí misma, con todo lo malo incluido, ahora ya no está. Sí, a lo mejor estás pensando que hay otras personas a las que les gusto. No. No es cierto. Eso creía yo, pero no. Hay personas a las que les gusto para un rato, para pasar un rato, o dos, o tres o unos días, personas a las que les puedo gustar físicamente, pero que saturan de mí en seguida. Es muy lícito, no creas, de hecho a mí también hay mucha gente que me satura, lo malo viene cuando la saturación no es mutua. Vamos, cuando tú saturas a alguien, pero ese alguien no te satura a ti. Bueno, o no. Mejor dicho lo malo viene cuando te das cuenta de que no hay solucion al problema, de que cuanto más se insiste más lejos se está de conseguirlo. Darse cuenta de que no va a haber pasos hacia delante nunca. Darse cuenta de que, citando al gran Sabina, se ha convertido es una historia "de nunca empezar".

martes, 8 de septiembre de 2009

No se puede...

-No se pueden tener 1.000 amigos, aunque alguno valga por millones.

-No se puede añorar lo que no se ha tenido, aunque parezca taaaaaaan real.

-No se puede recuperar 1 mensaje enviado, aunque te arrepientas 1 segundo después.

-No se puede volver al día de ayer, aunque parezca hoy mismo.

-No se puede, aunque,... sin imposibles, ni tú serías tú, ni yo sería yo...

lunes, 31 de agosto de 2009

Como todos los meses de agosto

Agosto se muere otro año más. Extraño agosto éste, por cierto. Es curioso descubrir cómo tus prioridades van cambiando a lo largo de los años. Lo que hace unos años era un mes asociado a la fiesta y al decaimiento (y posterior muerte) de miles de neuronas, este año ha sido un mes de cambios y de llantos, de inestabilidades...

Tengo cierta ansia por volver a la monotonía del curso, del otoño, del invierno... Pero lo que tal vez se me escapa es que esa monotonía también va a cambiar, tampoco va a ser igual. Me voy a tener que acostumbrar a una soledad que odio, pero que sé que necesito. Ya sé que estar solo y sentirse solo son dos conceptos diferentes, pero yo los suelo relacionar bastante a menudo. Creo que tendré que aprender a disfrutar de mí un poco. O tal vez debería volver a la época en la que mataba a mis neuronas sin complejos. Con menos neuronas es probable que le diera menos vueltas a todo. ¿No?

viernes, 28 de agosto de 2009

Operación pandemia

Siempre he pensado que si no fuera periodista no podría ser otra cosa. Simplemente no me veo haciendo otra cosa en la vida. Sin embargo, eso no quita para que le esté cogiendo algo de tirria a mi profesión. Y es que hay pocas cosas peores que creerse en posesión de la verdad absoluta y esta profesión peca bastante de eso.

Además, los medios son capaces de crear opinión (acertada o no) y de generar desde la psicosis más absoluta a la ignorancia más desquiciante (lo que no se cuenta, no existe, ya se sabe).

No os perdáis el video de youtube que podréis encontrar en este enlace. Es cierto que los medios no tienen la culpa de lo que hay detrás de estas cosas, pero son responsables en la medida en la que no cuentan toda la verdad y, en lugar de eso, generan una psicosis capaz de alarmar al mundo entero.

http://www.youtube.com/watch?v=gKwk8Kq8QXA

miércoles, 26 de agosto de 2009

Lo escribí hace un par de meses... pero sigue valiendo

Siento que es como volver a empezar. En realidad esta relación está llena desde el principio de pasos adelante y atrás. El resultado suele ser quedarse siempre en el mismo punto. Durante mucho tiempo, yo misma he puesto muchos impedimentos, me he negado a aceptar lo que sentía y he tratado de autoconvencerme de que nada de esto funcionaría. ¿Por qué hice eso? Bueno, supongo que por miedo a arriesgar, a perder lo que había entre los dos, por miedo a arrepentirme y a pensar después "estábamos mejor antes", por miedo a cargarme una relación cargada de intensidad que me aportaba muchas cosas. Me costó mucho, mucho tiempo darme cuenta de que la situación nunca mejoraría sino arriesgaba. Y fue entonces cuando decidí poner toda la carne en el asador. Fue entonces cuando me abrí, cuando le dije a él lo que sentía (y de paso me lo reconocí también a mí misma) y decidí dar un paso al frente. Es verdad que lo hice sin saber muy bien lo que él siente por mí. Y no porque no lo haya preguntado. Sé que le importo y que le gusto, pero no sé más. Todo lo demás entra en el terreno de lo que yo pueda interpretar. Y claro, la interpretación de lo sentimientos de los demás es muy peligrosa, pero es inevitable cuando no tienes respuestas.

Él necesita tiempo y yo sufro porque no sé cuánto tiempo voy a poder darle sin volverme loca. Él necesita solucionar muchas cosas y yo, mientras tanto, no puedo evitar sentirme rechazada y pensar que si me quisiera se arriesgaría. Él tiene cambios de humor y yo no puedo evitar pensar que soy la mayor damnificada. Él dice que nadie se preocupa por él y yo pienso que ójala pudiera preocuparme un poco menos por él para empezar a preocuparme un poco más por mí. Donde los demás tienen una chica con carácter, que se enfada y que no tolera los malos modos, él tiene a un corderito al que es capaz de amargarle el día un mal gesto por su parte. Donde los demás tienen una chica independiente, que reclama su espacio y odia los controles, los agobios y los celos, él tiene a una celosa compulsiva que piensa mal de cada llamada y tiene una necesidad de control de los actos del otro que nunca antes había tenido. Pero, además, soporta ese mismo control por parte de él, algo que la chica independiente que siempre ha creído ser nunca haría. Y es que lo que sirve para el resto del mundo se desdibuja cuando se trata de él. Como si yo misma tuviera dos varas de medir.

Tal vez ya no sea importante analizar las circunstancias que convirtieron esta relación en lo que hoy es porque eso no cambiaría la realidad para mí. La realidad es que, a día de hoy, es una relación que condiciona el resto de mis relaciones, y también el resto de mi vida. Soy consciente, muy consciente, de lo espantoso que es esto, pero, a día de hoy, sigo buscando la manera de cambiarlo. La dificultad de esto estriba, sin duda, en las cosas buenas que aporta esa relación, que son muchas. Tal vez se podría resumir en cuando estoy con él me siento viva, me río, disfruto, me da igual el resto del mundo. Los días buenos (o las temporadas buenas) son muy buenas y los malos son muy malos. Tal vez por eso he deseado muchas veces que él se enamore perdida y abiertamente de otra persona. Que me diga que ya no le gusto, que cierre las puertas para siempre. A mí destrozaría, pero de todo se sale. Y cuando me recompusiera volvería a ver luz al final del túnel. Sería mucho mejor que este sinvivir.

martes, 25 de agosto de 2009

Etapa moñas

Siempre he sido una moñas. Así es. Mejor reconocerlo que vivir negando la evidencia. Es cierto que con mis amigas, incluso con las más cercanas, no soy muy dada a las muestras de cariño, me cuesta darlas y también recibirlas. Pero la cosa cambia cuando pasamos al terreno parejil. Es decir, me he dado cuenta de que echo de menos acostarme en compañía todas las noches -aunque nunca haya sido de esas personas capaces de dormir abrazada a alguien toda la noche. Es más, creo que eso no se puede conseguir sin arriesgarte al entumecimiento y posterior amputación de algún miembro del cuerpo-.

Pero aún así echo de menos el saber que tienes a alguien al lado, alguien con el que te vas a chocar si te das la vuelta, alguien a quien culpar de ocupar demasiado espacio en la cama, alguien que haga ruido por las mañanas y te fastidie sin querer (o queriendo, quien sabe) tus últimos minutos antes de que suene tu propio despertador, alguien que te coja de la mano por la calle, alguien a quien dar un beso de buenas noches, y alguien que te dé un beso cuando se va a trabajar (mientras tú piensas, "me has despertado con tanto ruido, que lo sepas"). Y alguien con quien comentar por las noches cómo ha ido el día y también las estupideces que ponen en la tele. Y alguien con quien poder mostrarte tal como eres. Alguien con el que no importa si vas maquillada o despeinada, da igual si ese día no estás perfecta. Porque sabes que le gustas igual, que lo que siente por tino tiene que ver con que tus ojeras sean más o menos pronunciadas.

Echo de menos todo eso, que es mucho. Y sin embargo no es suficiente para que una relación funcione, aunque sí necesario. Ais. Ya sé que todo esto se resume en que soy una moñas que necesita que la mimen. Pero cuando necesitas eso y no tienes quien lo haga no dejas de tener un problema, no? Así que, decidido, busco a alguien que me haga sentir especial y, que, puestos a pedir, ocupe poco espacio en la cama.

lunes, 24 de agosto de 2009

Los pies en la tierra

Tras unas semanas lejos del teclado, vuelvo a la carga paranoia en mano. Y no creas que no me he acordado de ti... No veas la cantidad de veces que he pensado en que necesitaba escribir lo que estaba pasando por mi loca cabecita, pero no tenía acceso a ti, así que me he tenido que aguantar. Y ahora que estoy aquí, no sé exactamente qué contar.

Estos días han sido bruscos, con cambios y altibajos emocionales. Ahora necesito una nueva casa. Y cuando tenga esa nueva casa tendré mucho que pensar y mucho que hacer. Aprender a estar sola será mi primera tarea y saber qué es lo que quiero y hasta dónde estoy dispuesta a llegar por conseguirlo o por no perderlo será la segunda. Casi nada lo del ojo.

viernes, 7 de agosto de 2009

Sentirse engañado

Hay muchas sensaciones en la vida. Algunas buenas y otras malas. La sensación que tiene la boca del estómago cuando te sientes engañado es de las malas. La saliva te pasa por la garganta y se queda bloqueada, atravesada, el nudo del estómago no la deja seguir bajando.

Decepción, rabia y muchas lágrimas en los ojos que me resisto a dejar salir. 'Sé fuerte' -me repito- 'Ya te has sentido así otras veces, es algo que ya sabías, no es nada nuevo...' Sí, es cierto. Pero el ser humano es muy curioso y cuando está enamorado hasta el tuétano olvida con una gran facilidad. Cualquier pobre indicio le lleva a hacerse unas ilusiones que había jurado no volver a hacerse... Y ZAS!!! Ahí va otra ostia. Por tener tan mala memoria.

jueves, 6 de agosto de 2009

Ser normal

A lo mejor sois de los que pensáis que nadie es normal, que quien más quien menos tiene sus particularidades o, lo que es lo mismo, que todos somos un poco raritos. Yo creo que alguna vez también he pensado así, pero creo que ha sido más bien para no sentirme tan sola y justificar así mi rareza congénita. Porque pensándolo bien, no es cierto eso de que no haya nadie normal. Yo estoy rodeada de gente normal (no todos, claro, pero sí bastantes). Tengo un montón de amigos normales que tienen, asimismo, una vida ordenada y normal que atiende a ciertas normas establecidas. Tienen una pareja normal con la que hacen cosas normales y tienen también discusiones normales sobre problemas normales. Tienen una familia normal que suele hacer también cosas normales. Tienen una salud normal que no suele preocuparles por eso precisamente, porque es normal.

Pero es que en mi vida nada de eso es normal: en vez de tener pareja tengo un 'no-novio', en vez de tener una familia, tengo a Naciones Unidas y UNICEF las dos juntas, en vez de tener salud tengo dos excursiones al hospital todas las semanas. Joder, es que en mi vida no es normal ni mi gata, que nació ya totalmente loca, pero claro, el ambiente en que se está criando la ha convertido directamente en carne de presidio.

¿Acaso no me merezco ser normal????

miércoles, 5 de agosto de 2009

Cabreos

La gente que me conoce, pero incluso la gente que me conoce bastante, se sorprende a menudo de mi mala leche. No es un rasgo que se espere de mí, ni tampoco es que me cabree muchas veces en serio. Ya sé que todos tenemos nuestro carácter, pero yo no estoy hablando de enfados de poca monta, sino de auténticos cabreos. El que he cogido esta mañana ha sido uno de ellos. La víctima ha sido una celadora de la seguridad social y, todo hay que decirlo, se merecía los gritos por inútil. Lo cierto es que yo misma me sorprende de las cosas que pueden llegar a salir por mi boca cuando me cabreo así. Es como la transformación de Hulk, pero sin volverme verde, un poco roja si acaso. Lo malo es que, claro, salía del otorrino y éste me acababa de decir que para evitar mi segunda operación de nódulos tenía que hablar menos, más bajo y más despacio. Pero claro, a mí nadie me había dicho que nada más salir de la consulta iban a poner a prueba a mi parte más chunga. En fin. Está claro que no hay nada que hacer para evitar la operación porque la vida no está hecha para no gritar. Al menos si tienes sangre en las venas en vez de horchata... Es inevitable.

martes, 4 de agosto de 2009

Momentos impagables

Un profesor de lengua que tenía en el instituto me dijo una vez que "con dinero no se puede comprar la felicidad, pero se pueden comprar tantos sucedáneos que pasa desaparcebida". Siempre he estado bastante de acuerdo con esto, aunque hoy me ha dado por pensar en las pocas o incluso únicas cosas que no se pueden comprar ni con todo el oro del mundo. Son los momentos.

Y no me refiero a los buenos momentos en general, sino a los momentos verdaderamente especiales. Me refiero a una larga conversación entre cervezas con un buen amigo, con una de esas personas con las que conectas, con las que tienes un vínculo invisible que sobrepasa la amistad para convertirse en complicidad. O a una noche de fiesta con gente que te importa, una noche en la que la vida te parece maravillosa y los problemas se desvanecen hasta no existir. O a mirar a los ojos a la persona que quieres y sentir que todo lo demás no importa porque, entonces, en ese preciso momento, no existe nadie más en el mundo. Yo he vivido todos estos momentos, y en todos ellos he sentido el impulso de decirle a la persona o personas que tengo delante que los quiero, que sin ellos nada tiene sentido... Pero, ay amigos, lo malo de los momentos especiales es que pasan. Y a mí se me suelen pasar sin decir lo que estoy pensando. Sólo espero que los demás sepan leer en mis ojos.

lunes, 3 de agosto de 2009

Traumas de la infancia

La palabra 'trauma' suena la mar de fuerte. Y ya no te digo si el trauma en cuestión lleva como coletilla la palabra 'infantil'. Entonces todos lo asociamos con padres alcóholicos que pegan a sus hijos y demás sucesos escabrosos por el estilo. Yo también pensaba así. Y claro, como mis padres no me pegaban ni mi casa era un hogar desestructurado ni he vivido en orfanatos, ni reformatorios, ni nada de eso, pues siempre había pensado que yo no tenía ningún trauma infantil. Claro, eso era demasiado fuerte. Pero resulta que me he dado cuenta de que se pueden tener otro tipo de traumas infantiles sin necesidad de haber sido maltratado ni de haber pasado por el reformatorio.

A lo que me refiero, es a lo que te marcan, para bien y para mal, tus experiencias infantiles. La forma de ser de tus padres, hermanos y tu forma de relacionarte con ellos condicionan mucho el cómo se es después. Y yo nunca me había parado a pensar hasta hace unos meses en las carencias y excesos que tuve en mi casa mientras viví allí y también ahora. No le echo la culpa a nadie de nada, no es eso, simplemente he descubierto que muchas de mis reacciones y de mis formas de actuar tienen una explicación lógica si tenemos un poco de memoria histórica. No sé si estás entendiendo algo o no, pero bueno, el otro día hablé de esto mismo con mi amiga y me entendió a la perfección, así que aunque tú no me comprendas ya no me siento desamparada. Hasta aquí mi reflexión chorras de hoy. Y gratis. Ala.

viernes, 31 de julio de 2009

Mala leche

Hay días en los que me invade un profunda mala leche que me cuesta mucho controlar. 'Eso le pasa a todo el mundo', -me diréis-. Sí, ya sé que todo el mundo tiene su mala leche (algunos más escondida y otros menos). Ya lo sé. Pero yo me estoy refiriendo a una mala leche que me invade sin motivo de vez en cuando. Me pongo irascible y todo me sirve para cabrearme un poco más. Y si me pongo a analizar el por qué estoy así lo cierto es que no lo sé y eso es precisamente lo que más me cabrea. Porque estar de mala leche por algo concreto es una cosa que nos pasa a todos, pero sin saber por qué..!!

Y claro, como os podéis imaginar hoy es uno de esos días. Y te lo escribo para no gritarle a nadie, que no será por falta de ganas!!! Pero no estoy así por nada, no me ha pasado nada y no tengo ninguna razón para estar enfadada con el mundo, pero de verdad te digo que sólo hay una cosa que puede hacer que me cabree más y es que me pregunten 'qué te pasa???' Y yo que sé que me pasa!!! Si lo supiera... En fin. Viva la revolución hormonal.

miércoles, 29 de julio de 2009

El equilibrio es imposible

Así es. Y no lo digo sólo porque estoy en uno de esos días en los que me siento orgullosa de ser mujer, aunque también tendrá algo que ver. Siento que mi equilibrio, entendiendo por equilibrio a mi estabilidad emocional, depende de muy poco (bueno, y también de muy pocos). Soy como una montaña rusa en constante ascenso y descenso. Me ilusiono en seguida. Hay muchas cosas que me ponen contenta. Una mirada especial, una llamada de teléfono dulce, un abrazo fuerte, un beso bonito, un piropo, una canción especial, una conversación apasionada... Son casi tantas como las cosas que son capaces de hundirme en la miseria. Las dudas, los celos, la desconfianza, la envidia, el reproche... Ais. Soy capaz de pasar de la pasión más pura al odio más visceral en cuestión de horas, de minutos o incluso de segundos. Ya sé que debería sentirlo todo menos y pensarlo un poco más. Ya lo sé. Y en ello estoy. Pero es que hay que ver que jodido es esto de ser equilibrado.

martes, 28 de julio de 2009

Los 'mesterios'

Supongo que todos, por muy transparentes que digamos ser, tenemos una parte oculta, como la luna, que nunca enseñamos a nadie. Es la parte en la que guardamos los secretos inconfesables, las pasiones más bajas y los deseos más ocultos. Es también, o al menos eso creo, una parte irracional, que se mueve sólo por y con el sentimiento. Bueno, más que con el sentimiento con las vísceras. Y es una parte misteriosa hasta para nosotros mismos, porque ni siquiera nuestra parte racional es capaz de averiguar los extraños mecanismos que la mueven.

En mi caso, ésta es mi parte 'mesteriosa' y me da muchísimo trabajo porque creo que la tengo sobrecargada de cosas. Lo ideal sería 'pensar más y sentir menos', esto es, meterle un poco más de caña a mi parte racional, a la que es capaz de pensar y razonar con motivos fundamentados, y dejar de sentir tanto con la víscera. Vamos, que lo que me pasa viene a ser algo así como lo que dice esa vieja expresión latina de 'sé lo que es bueno, pero sigo lo peor'. Mi razocinio tiene muy claro qué es lo que más me conviene en cada caso, pero luego la víscera me puede, no hay manera de evitarlo, y lo peor es que además acabo buscando excusas para racionalizar y justificar cosas que no se pueden entender. Porque para algo son 'mesteriosas', no?

jueves, 23 de julio de 2009

Un 'clic'

Desde que me ha dado por escribir aquí me está pasando una cosa un tanto extraña. Resulta que voy por la calle, escucho una canción, alguien me cuenta algo... y, de repente, pienso "ostras, tengo que escribir sobre esto". Lo que pasa es que, como ya sabes, tengo memoria de pez, y claro, pues a lo que me pongo delante del ordenador pasadas unas horas, me muerdo la lengua y pienso: "¿Sobre qué había dicho yo que tenía que escribir???". Pero nada. No soy capaz de recordarlo. La musa que me visitó en ese instante ya me ha abandonado (se habrá ido con el gran Sabina, claro, puestos a elegir yo también lo haría).

El caso es que ayer, de esto si me acuerdo, (y para eso lo escribo, para que no se me olvide...) alguien me ayudó a fijar una sensación en mi mente, una sensación de alivio. A partir de aquí, puede que si alguien lee esto no entienda nada y encima piense que estoy para que me encierren, pero, oye, como dice un amigo que tengo y que posee una gran profundidad de pensamiento existencial: "es lo que hay".

A lo que iba: Ayer estuve a punto de hacer algo estúpido que me hubiera hecho sentir bastante rastrera. No lo hice. Y cuando cerré la puerta del lugar en el que estaba sentí una sensación de alivio y victoria. Había ganado. Esa sensación se resume visualmente en la imagen de mi mano cerrando con llave la puerta. Lo que quiero ahora es conservar en mi mente la imagen de la llave girando en la cerradura y haciendo "clic". Así, cuando comience a darle vueltas a todas aquellas cosas que no dependen de mí y que tanto me preocupan, cerraré mentalmente la puerta a ese pensamiento. Y cuando gire la llave y oiga el "clic" todo habrá quedado al otro lado de esa puerta. Y el alivio se adueñará de mí.

miércoles, 22 de julio de 2009

La vida de una cortesana

Nacida en 1824, en el mismo año que Dumas, Alphonsine Plessis fue la hija de un granjero del que se decía que la vendió a unos gitanos. Llegó a París como modista, haciéndose llamar Marie Duplessis. No se desempeñó mucho tiempo en esta labor, pues su delicada belleza atrajo rápidamente la atención del dueño de un restaurante,quien la instaló en un departamento. Su primer amante fue reemplazado poco después por el duque de Guiche, un pudiente joven mundano que había salido del ejército para ingresar nominalmente al instituto politécnico. Como amante del duque, Marie Duplessis se convirtió en la comidilla de París, asediada por multitud de pretendientes enloquecidos por su hermosura. Tenía entonces apenas 16 años.
Paseos diurnos en carruaje, asistir por la noche a la ópera o al teatro, ofrecer deslumbrantes fiestas y tener encuentros románticos con hombres deseosos de contribuir a su manutención: tal era la vida de una cortesana. Los servicios de Marie llegaron a ser tan bien pagados que se decía que gastaba 100 000 francos de oro al año. Su ropa era elegantísima y se rodeaba de flores. Pero el aroma de las rosas mareaba a Marie, por lo que usaba camelias, sin olor, y llenó su casa con las delicadas flores hasta que un observador comentó: "Era prisionera en una fortaleza de camelias."
Marie leía y discutía todos los libros de su biblioteca con sus múltiples amigos, además de ser reconocida como una consumada pianista. Ella admitía que su único defecto era decir mentiras. Pero disculpaba alegremente esto, afirmando: "Las mentiras conservan blancos los dientes." Cuando conoció a Dumas, Marie estaba relacionada con el ya mayor conde de Stackelberg porque -según la mentira que dijo a su joven pretendiente- ella le recordaba a una hija que había muerto. Cuando pasaba la noche con Dumas, decía a Stackelberg que estaba con su amiga Zélia. Al parecer, no mencionó a ninguno de los dos a su tercer amante, el conde de Perregaux. Si bien todos concordaban en que Marie tenía un corazón de oro, ella parecía necesitar ir de un hombre a otro, "obsesionada por el deseo de paz, tranquilidad y amor", según las palabras de un crítico de la época. Esbelta y pálida, Marie era una belleza etérea. Pero también era enfermiza y temía que su vida sería corta. Tras meses de un tórrido romance que lo dejó muy endeudado, Dumas se alejó de Marie, aunque ella le ofreció ser su amiga en lugar de amante. El 30 de agosto de 1845, él le escribió para dar fin a la relación que le había provocado tantos problemas: "No soy lo bastante rico para amarte como quisiera, ni tan pobre como para que me ames como quisieras... Tu corazón es muy grande para no entender esta carta y tu inteligencia demasiada para no perdonarme."

Cosas absurdas

En la vida hay cosas hay cosas muy absurdas. El gran Sabina dice en una de esas canciones que deberían ser dogma de fe "Tan absurdo como un belga por soleares... así estoy yo sin ti". Yo no sabía hasta hace poco que los belgas tienen fama de ser absurdos, algo que el gran Joaquín sí que debía saber cuando escribió la canción. Claro, para eso es Dios.

Pero hay más cosas absurdas, además de los belgas. Absurdo por ejemplo es insistir en cosas que son imposibles. Absurdo es machacarse hasta la extenuación por cosas que no dependen de uno mismo. Y absurdo es también estar enamorada de alguien que no te trata bien el 90% de las veces que te habla. De alguien que dice ser comprensivo cuando en realidad no entiende nada, de alguien que dice estar pendiente de los demás cuando lo que en realidad demanda sin descanso es que estén pendiente de él. De alguien contradictorio que odia las contradicciones de los demás, de alguien celoso que odia que le controlen, de alguien infiel que odia que le pongan los cuernos, de alguien agresivo que odia la agresividad de los demás, de alguien sensible al que no le gusta la sensibilidad ajena. Podría seguir con esta sucesión de absurdeces, pero en realidad la más absurda soy yo. Porque me gusta lo que odio. Porque odio lo que me gusta.

martes, 21 de julio de 2009

Complejo de topo

No sé si será porque estamos en verano. Y el verano es sinónimo de vacaciones. Y en esos posteriores y a la vez días previos para cogerse unas vacaciones laborales nuestra mente desconecta y va por libre. Simplemente, se adelanta. Mi mente, de hecho, ya está de vacaciones. Ni siquiera tengo claro qué día las cogeré exactamente. Ni siquiera tengo pensado irme a ninguna parte especial cuando las coja. No tan siquiera me hacen especial ilusión. Pero da igual. Mi mente ya está de vacaciones. Se resiste a pensar y a concentrarse en nada. No tengo claro el por qué, pero intuyo que es porque está cansada. Simplemente necesita desconectar, irse muy, muy lejos. No pensar en nada ni tampoco en nadie. Quiere meterse bajo tierra a ver si allí pierde la cobertura. Pero tiene miedo. Tiene miedo de no querer volver a salir, de convertirse en una "mente-topo" que viva bajo tierra para siempre. Si eso llegara a pasar, tal vez mi mente se convertiría en una mente solitaria rodeada de tierra que nunca más compartiría sus preocupaciones con otras mentes.

¿O tal vez ya no tendría más preocupaciones que ella misma?

lunes, 20 de julio de 2009

Todo cuesta mucho

Hay cosas en la vida que son como un toque de atención, un guiño, un aviso, una lucecita roja que se enciende y te dice: "cuidado, la vida pasa y tú pareces no estarte enterando". O, lo que es lo mismo, nos pasamos la vida preocupados por gilipolleces, sin darnos cuenta de las cosas que son realmente importantes, sin pensar que ninguno de nosotros ha firmado un pacto con el diablo que le garantice que continuará existiendo mañana.

No podemos vivir pensando que tal vez nos atropelle un trailer cuando cruzamos la calle, claro que no, sería demasiado chungo amargarnos la vida con eso, pero a lo mejor tampoco merece la pena sufrir por todas las cosas cotidianas por las que a menudo se sufre. La vida son momentos: momentos de amigos, momentos de familia, momentos de sexo, momentos de estar solo... Concentrarse en que cada momento sea lo mejor posible debería ser nuestra única preocupación. Parece fácil... pero cuesta tanto...

jueves, 11 de junio de 2009

Tipos curiosos

Los humanos somos tipos muy curiosos en general. Es cierto que a lo largo de la vida nos encontramos con gente totalmente anodina que de curiosa no tiene nada. Todos conocemos a parejas sosas que están juntas pues por eso precisamente: porque son sosas. Yo conozco a varias parejas así y me he preguntado muchas veces de qué hablarán cuando estén a solas. ¿Del tiempo? Son esas parejas que se casan (después de una despedida de solteros conjunta, casi siempre), se van a vivir juntos (antes de casarse eso nunca) y, al poco tiempo, las opciones contra el aburrimiento se reducen a dos: o tener un hijo o comprarse un perro. Eso depende de las alergías de cada uno.

Pero bueno, yo quería hablar del resto, de los que he calificado al principio como gente curiosa. Y que conste que yo me considero de este segundo grupo, lo cual, como veremos a continuación tampoco es ninguna suerte, no creas. Y es que este grupo está condenado al sufrimiento igual que el anterior lo estaba al aburrimiento. La gente curiosa no está conforme con nada y eso provoca una enorme desazón. Un humano de este tipo se enamora hasta las trancas siempre y cuando no sea correspondido en la misma proporción e intensidad. Porque el día en el comienza a ser correspondido coincide siempre con el día en el que él comienza a perder el interés. Y es que los humanos curiosos estamos siempre en una búsqueda constante de la felicidad. Y no es que pidamos mucho. Qué va. Nuestra felicidad suele depender de poco, de cosas muy pequeñas; el verdadero problema es que cada vez es una cosa pequeña diferente. Y claro, así no hay quien pueda.

En otras palabras, se podría decir que la mayoría de los humanos nos guiamos sin saberlo por la teoría de las pelotas de frontón: Cuanto más fuerte nos das, antes volvemos. Lo que, en sentido figurado querría decir que nos debe molar sufrir porque sino no se explica que deseemos hasta la enfermedad lo que no tenemos y perdamos el interés por esas mismas cosas una vez las hemos conseguido. El por qué de ese masoquismo consustancial es algo que me intriga enormemente, la verdad. Sobre todo porque me reconozco totalmente en ese patrón de conducta. Por ejemplo, me pasé parte de mi juventud enamorada como una perra de alguien absolutamente inalcanzable en ese momento. Ese ser inalcanzable bajó del reino de los cielos en el que yo lo había puesto hace un par de años aproximadamente. Y cuando puso los pies en el suelo se dio cuenta de que había ocupado hasta el momento un papel equivocado en su vida. Resulta que la que había sido su amiga incondicional era realmente la mujer de su vida. Tarde. Se rompió el encanto. Su declaración de amor sirvió para que yo me diera cuenta de que también estaba enamorada. Pero no de él. Ya no de él. Y de quién? Hombre, pues de otro que me no haga caso, de otro que me haga sentir bien alguna vez, pero sobre todo me haga sentir mal, de otro que me haga reir, pero sobre todo me haga llorar, de otro que me haga feliz, pero sobre todo me haga sufrir...

No hay solución, los humanos curiosos somos así. Tal vez debería canalizar mis esfuerzos en convertirme en un ser anodino y comprarme un perro.

miércoles, 10 de junio de 2009

Memoria de pez

Ayer ví un anuncio que me hizo pensar un poco. Aunque la finalidad era anunciar un coche y el spot acaba concluyendo que menos mal que no somos como los peces porque sino no podríamos recordar el coche super-mega-guay que tenemos, lo cierto es que comienza haciendo conjeturas de qué pasaría si los humanos tuvíeramos memoria de pez. Claro, cada vez que hiciéramos algo sería como hacerlo por primera vez. Y, si nos paramos a pensar, esto mola mucho. Para las cosas buenas, porque la primera vez siempre es la mejor y para las cosas malas... bueno, como no te puedes acordar de que ya te ha pasado otras veces... Y es que ahí está justo que 'quid' de la cuestión: si tuviéramos memoria de pez no tendríamos recuerdos. Lo cual tiene muchas ventajas porque cuando nos acordamos de cosas buenas solemos pensar (erróneamente, casi siempre) que cualquier tiempo pasado fue mejor y cuando nos acordamos de cosas desagradables... ais. Quién quiere acordarse de las cosas malas?

Y es que yo, después de pensarlo mucho (desde ayer, oye, eso es mucho, no?) he decidido que quiero tener memoria de pez. Quiero borrar de mi mente muchas cosas. Quiero olvidarme de qué es sufrir, quiero olvidarme de qué es el dolor, quiero olvidarme de las mentiras que he dicho, del dolor que he provocado, de todo lo que he llorado. Y también, por qué no, quiero olvidar que desde que apareció él en mi vida mi frágil estabilidad emocional se derrumbó para no volver a levantarse. Y es que en estos dos últimos años he aprendido algo de dolor físico, pero nada, nada, nada, es comparable a la solitaria desalmada que se me ha agarrado a la boca del estómago. No me deja vivir. Y es que tal vez no haya nada mejor en la vida que el amor romántico, pero lo que es seguro es que no hay nada peor que el amor no correspondido. Quiero olvidarlo. Quiero tener memoria de pez.

martes, 9 de junio de 2009

Hola de nuevo!
Sí, soy yo, casi dos años después, pero creo que sigo siendo yo, la dama de las camelias. No tengo ni idea de por qué he decidido volver al blog tanto tiempo después, digamos que me ha apetecido, pero no de la misma manera. Lo de la poesía no está mal, pero ya está. Se acabó. No quiero que este sea un blog de poemas, no es eso lo que me apetece ahora. Lo que quiero más bien es contar cosas. Sin pensar mucho. Poder escribir lo que se me pase por la cabeza. Sin pretensiones. No quiero escribir bien, ni escribir para que la gente me lea. Lo único que quiero es recuperar en nuevo formato un viejo diario (sin escribir todos los días, no te asustes) que sirvió durante muchos años como instrumento de desahogo (de alegrías y muchas, muchas veces, de penas, vamos a reconocerlo). Pero bueno, tampoco quiero aburrir, así que aprovecharé el formato web para colgar cosillas, vamos, para hacer algo más de lo que se puede hacer con el formato papel.

Poesías aparte (no siempre soy así de horterilla). Bienvenido a mi mundo.