Un día volveré a buscar los cristales de tus lágrimas
y formaré un espejo donde verme llorar.
Un día volveré a recoger el azucar de tus besos
y con él en la boca me moriré de hambre.
Un día volveré a por el frescor de tus caricias
y con el hielo en el cuerpo me moriré de calor.
Un día volveré necesitada del aire de tus abrazos
y con las manos al cuello me moriré asfixiada.
Un día volveré pidiendo el refugio de tu cuerpo
y, apoyada en tu pecho, de miedo me moriré temblando.
Un día volveré a buscarte, a recogerte, a por ti,
necesitada y pidiendo, y tú no estarás allí.
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