miércoles, 22 de julio de 2009

La vida de una cortesana

Nacida en 1824, en el mismo año que Dumas, Alphonsine Plessis fue la hija de un granjero del que se decía que la vendió a unos gitanos. Llegó a París como modista, haciéndose llamar Marie Duplessis. No se desempeñó mucho tiempo en esta labor, pues su delicada belleza atrajo rápidamente la atención del dueño de un restaurante,quien la instaló en un departamento. Su primer amante fue reemplazado poco después por el duque de Guiche, un pudiente joven mundano que había salido del ejército para ingresar nominalmente al instituto politécnico. Como amante del duque, Marie Duplessis se convirtió en la comidilla de París, asediada por multitud de pretendientes enloquecidos por su hermosura. Tenía entonces apenas 16 años.
Paseos diurnos en carruaje, asistir por la noche a la ópera o al teatro, ofrecer deslumbrantes fiestas y tener encuentros románticos con hombres deseosos de contribuir a su manutención: tal era la vida de una cortesana. Los servicios de Marie llegaron a ser tan bien pagados que se decía que gastaba 100 000 francos de oro al año. Su ropa era elegantísima y se rodeaba de flores. Pero el aroma de las rosas mareaba a Marie, por lo que usaba camelias, sin olor, y llenó su casa con las delicadas flores hasta que un observador comentó: "Era prisionera en una fortaleza de camelias."
Marie leía y discutía todos los libros de su biblioteca con sus múltiples amigos, además de ser reconocida como una consumada pianista. Ella admitía que su único defecto era decir mentiras. Pero disculpaba alegremente esto, afirmando: "Las mentiras conservan blancos los dientes." Cuando conoció a Dumas, Marie estaba relacionada con el ya mayor conde de Stackelberg porque -según la mentira que dijo a su joven pretendiente- ella le recordaba a una hija que había muerto. Cuando pasaba la noche con Dumas, decía a Stackelberg que estaba con su amiga Zélia. Al parecer, no mencionó a ninguno de los dos a su tercer amante, el conde de Perregaux. Si bien todos concordaban en que Marie tenía un corazón de oro, ella parecía necesitar ir de un hombre a otro, "obsesionada por el deseo de paz, tranquilidad y amor", según las palabras de un crítico de la época. Esbelta y pálida, Marie era una belleza etérea. Pero también era enfermiza y temía que su vida sería corta. Tras meses de un tórrido romance que lo dejó muy endeudado, Dumas se alejó de Marie, aunque ella le ofreció ser su amiga en lugar de amante. El 30 de agosto de 1845, él le escribió para dar fin a la relación que le había provocado tantos problemas: "No soy lo bastante rico para amarte como quisiera, ni tan pobre como para que me ames como quisieras... Tu corazón es muy grande para no entender esta carta y tu inteligencia demasiada para no perdonarme."

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