martes, 24 de noviembre de 2009

Abrirse horizontes

La idealización es mala y, sin embargo, yo tiendo bastante a ella. Siempre he idealizado a las personas que he amado, como si no tuvieran defectos, como si todo lo que hacen o dicen fuera lo adecuado. Pero de pronto llega un día en el que abres los ojos y descubres que no, que mister perfecto es una ilusión y que lo único que has hecho ha sido enamorarte de un imbécil con tantos defectos como pelos en la cabeza (y nunca me han gustado los calvos, ya os aviso)

Así que, como mis esperanzas de encontrar al hombre perfecto, o al menos a uno que me quiera tal cual soy, se esfuman día a día, sólo me queda recuperar al menos la dignidad perdida y dejar de ser el perrito faldero de alguien que no me ha querido, no me quiere y, probablemente, nunca me querrá.

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