martes, 9 de febrero de 2010

El problema está en la izquierda

Dicen que es mejor guiarse por la cabeza, que por el corazón. Valiente tontería. ¿Es que no saben que el corazón, lejos de todo su sentido figurado y metafórico, sólo es un músculo feo que bombea repetidamente la sangre? "Es el motor del cuerpo" "No podemos vivir sin él" -dirían los corazonófilos en su defensa. Bueno, tampoco sin hígado, páncreas, riñones o pulmones... El corazón, queridos amigos, no es más que un currante más de esta enumeración y, como el resto, tiene un trabajo mécanimo y repetitivo, ni siente, ni padece, él bombea y punto.

Así que, descartado el corazón, llegamos a la clara conclusión de que todo está en nuestro coco y de que, por tanto, todos nos guiamos con lo mismo (quedan excluidos de esta afirmación los hombres que tan sólo se dejan guiar con la entrepierna, que son bastantes, pero me gusta pensar que no todos, soy una ilusa, lo sé).

Y de todo lo anterior se deduce que mi problema está la cabeza. Dicen que el hemisferio derecho se encarga de los persamientos racionales y el izquierdo de las emociones. He ahí el problema. ¡¡¡Es que yo soy zurda!!!! Ay, por Dios, ya sabía yo que por algo tenía que ser eso de que antes curas y monjas te obligarán a escribir con la derecha, fueran cuales fueran tus primeras inclinaciones. Lo hacían en un intento desesperado de salvar a esos pobres niños del sufrimiento que reporta el desarrollar más tu parte izquierda. Pero yo nací ya tarde y nadie me obligó a nada. Y claro, ahora estoy pagando las consecuencias de ser un hemisferio izquierdo con patas.

Eso sí, se acabó eso de tener a mi parte derecha infradesarrollada, que, como todo el mundo, también merece en esta vida una oportunidad.A partir de ahora, además de ejercitar culo y caderas en el gimnasio, voy a poner en forma a mi pobre y escuálido hemisferio derecho y voy a pasar del otro, a ver si el izquierdo se desincha, que de tanto hacer pesas está tan musculado que ya da grima. Yo creo que hasta se ha debido meter alguna sustancia ilegal para ponerse tan cachas. Y claro, igual que los que se ciclan en mi gimnasio, tanta exageración, lejos de ser bonita, da aprensión.

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