jueves, 11 de febrero de 2010

Todo igual

Desde que me da todo igual me he convertido en una persona muy gris. Llevo 30 horas sin comer, sin dormir y, lo que es peor, sin sonreir. No como porque no tengo hambre, mi estómago se ha rebelado y ha decidido ponerse en huelga. Y no sirve de nada forzarlo a trabajar. Ya lo he intentado. Pero tiene sus propios piquetes. Se llaman náuseas y van a por todas, son muy violentas y van armadas con palos. No duermo porque no tengo sueño. Mi hemisferio derecho no se relaja y trabaja a destajo (para compensar la inactividad de todo lo demás, debe ser). Y claro, así el sueño no quiere venir a visitarme. Y no sonrío porque no tengo ganas. Las ganas de sonreir se fueron ayer con otra mejor que yo.

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