martes, 16 de febrero de 2010

Confusión

Vivo un momento de extrema confusión. Quiero saber y no me atrevo a preguntar. Sé que las respuestas podrían herir mi ya de por sí maltrecho orgullo y también sé que lo más inteligente quizás sería no preguntar, porque hay pocas probabilidades de que la respuesta sincera me guste. Así que aquí estoy, con las preguntas quemándome la garganta, imaginándome cuan terribles pueden ser las respuestas, con la boca callada y la mente hiperactiva. ¿La seguirá llamando? ¿Le seguirá escribiendo mensajes? ¿La seguirá viendo? ¿Seguirá pensando en ella? ¿Piensa seguirme engañando? ¿Cuánto tiempo podré estar sin preguntarlo?

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